jueves, 16 de junio de 2011

71. La familia... y uno más...

A finales del año 2002, cuando la cadena preparaba su tradicional fiesta del clavel rojo de Nochevieja, que este año tendría más público por el boca a boca de quienes encontraron pareja el año anterior, y por la colaboración de un par de agencias matrimoniales de prestigio... Fue algo épico, una de esas celebraciones que no se olvidan fácilmente, sobre todo los equipos especiales de limpieza... Algunos invitados se quedaron dormidos dentro del jacuzzi del jardín, y otro más debajo del piano. Los equipos de seguridad no tuvieron que intervenir, y los beneficios, cuantiosos...

Como el año anterior, vinieron mi madre, mi hermana y Alfonso (su eterno novio), Julián y Natalia, Ayumi y Kenji, Borja y David con sus novias, y los padres de ambas... lo que era lógico teniendo en cuenta que Borja se casó unos meses antes, y David lo haría en mayo... Nos juntamos más de veinte personas, la comida nos la trajeron desde el Hotel Imperial de Benalmádena, y pudimos comprobar que era excelente, como siempre... Comimos demasiado, bebimos lo justo, hicimos bastante el ganso, bailamos (menuda lección de sevillanas que nos dieron mis suegros), y decidimos no salir del "búnker" hasta bien avanzada la primera tarde del 2003...

No se escuchaba ni un solo ruido en las tres casas, ni fuera, se trataba posiblemente de un momento mágico, y Yolanda y yo verbalizamos el mismo deseo, la misma idea, que habría afectado a nuestros corazones incluso sin la intervención de Agustina Golden... "¿Y si tenemos otro bebé?", me preguntó ella... Por mi mente los recuerdos de aquellos años, empezando por el trauma de los pañales, los llantos, dormir a saltos, los vecinos... pero también esa sensación de crear algo, una vida, la manera que Luis tenía de apretarme el dedo meñique con todas sus fuerzas, su primera palabra, "mapa", que ahora sería considerada como muy políticamente correcta, y cuando la "inventó", llamaba tanto la atención... Estábamos tumbados sobre la cama, de lado, ella con un camisoncito corto de color granate, y yo, con unos boxer rojos y una pajatira de pega, a juego... No hubo respuesta, me acerqué a ella, y empecé a besarla, a las dos de la tarde... No, aquella vez no nos quedamos embarazados, sobre todo porque se había tomado la píldora, pero comenzamos el año de la mejor manera posible...

Yo me había tomado un par de días de vacaciones, para estar juntos, y la mañana del dos de enero, después de dejar a Luis con David (ambos muy estresados jugando a la play), aprovechamos para recorrer, con mi querida Harley, aquellos lugares que habían marcado el principio de nuestra relación: la casa de sus padres, el cine, la pensión, nuestro pequeño piso alquilado, el piso de Benalmádena... En algunos sitios, como es lógico, no pudimos entrar... en otros, nos invitaron a tomar un café... y en el piso de Benalmádena, hicimos de nuevo el amor... A las ocho de la tarde recogimos a Luis, y David estaba muy mosqueado porque Luis había ganado en casi todas las partidas de "Super Mario"... Terminamos nuestra "jornada para el recuerdo" viendo una vez más "Estallido"...

Pasaron varias semanas, nosotros seguíamos con nuestra vida más o menos frenética, dejábamos a Luis en la guardería cercana al hotel de Benalmádena, y luego bajábamos a Málaga... Me gustaba, siempre me ha gustado sentir a Yolanda, su hermoso cuerpo pegado contra mi espalda, mientras nos deslizábamos entre el tráfico de primera hora de la mañana... La dejaba en el ayuntamiento, y tras un largo beso, yo regresaba al Hotel, a mis clases de Kendo, las lecciones de japonés (para las que no veía mucha utilidad en aquél momento), el diseño y propuesta de estategias corporativas con los demás departamentos, intensas y muy numerosas reuniones con organizadores de congresos, corporaciones... El mayor problema del Imperial Málaga era la falta de espacio para las reuniones, y que solo contábamos con las carpas externas en primavera y otoño... Y entonces, surgió la gran oportunidad: se produjo un incendio en unos salones de bodas, situados a dos manzanas del Imperial Málaga, y el dueño optó por venderlo al mejor postor, dentro de una subasta cerrada. Era un local inmenso, en la parte inferior de un edificio de oficinas, con plazas de garaje, y muchas posibilidades... Y enseguida recibí de Hiroshima la orden de investigar la situación real del edificio, sobre todo de la estructura... por lo que recurrí a los servicios de mi suegro. Pasamos unas tres horas recorriendo los salones, inspeccionando las columnas, aprovechando también los daños para raspar el hormigón de varias paredes en busca de aluminosis o de fallos estructurales. El diagnóstico fue positivo. Los arquitectos de la corporación hicieron sus propios cálculos y estudios, la operación fue aprobada por la central, y la operación se cerró por un precio sensiblemente inferior al de mercado, pero en condiciones muy ventajosas para el vendedor. Le ofrecieron a mi suegro hacerse cargo de las reformas, pero no aceptó, para evitar cualquier sospecha de favoritismo  por mi posición en el grupo.

Los mismos arquitectos japoneses, con sus equipos mixtos, terminan la reforma en vísperas de Semana Santa (el 20 de marzo)... y aprovechan para sanear y pintar  las escaleras de servicio al garaje, limpiar los suelos, y de paso, congraciarse con el resto de los ocupantes del edificio... Es cierto, hubo personas que se preguntaron por qué era necesario adquirir unos locales, cuando podría haberse construido una superficie permanente en los jardines del Imperial de Málaga... pero ya con las carpas se estaba vulnerando la legislación de urbanismo vigente... Los nuevos salones, por su cercanía, permitieron que la corporación "Satori Fujita" diera un nuevo paso adelante en los negocios, ofreciendo también sus facilidades en la organización de convenciones y eventos, pues la superficie útil era superior a los cinco mil metros...

Y, mientras la presión aumentaba de manera palpable por el número de proyectos en marcha y la envergadura de los mismos... el cuerpo deYolanda también empezaba a cambiar, de manera muy sutil al principio... En abril se produjo la segunda falta... por lo que, con un poco de suerte, nuestra niña, porque en eso estábamos de acuerdo los tres, nacería bajo el símbolo de Libra...

jueves, 9 de junio de 2011

70. TIEMPO DE CAMBIOS



A primeros de 2002, tuve lo que se puede considerar una crisis de identidad, o más bien la impresión de estar perdiendo el rumbo...  Sí, estaba consiguiendo el éxito, el equipo funcionaba muy bien, los viajes eran menos necesarios, aunque todavía estaba fuera de Málaga de seis a ocho días al mes. Me gustaba mi trabajo, es más, me apasionaba... y lo mismo le pasaba a Yolanda, por las mañanas fuera de casa en la empresa de consultoría, y por las tardes, con su proyecto (más bien realidad) de asesoría y ayuda en el caso de menores maltratados en casa y en los colegios, que le quitaba buena parte de su tiempo libre.

Era un trabajo muy duro, sobre todo al principio, cuando era cuestión de buenos sentimientos, fuerza de voluntad, y capacidad de improvisación... Casi siempre, eran cosas sencillas de resolver, pero si hacía falta un especialista, le pasaba todo el expediente a Servicios Sociales, y allí es donde terminó encontrando su verdadera vocación, y su destino.

Le ofrecieron incorporarse al departamento, aprovechando una amplia-ción temporal de plantilla de tres meses, durante los cuales trabajaría por las mañanas en la elaboración de los dosieres, buscando informaciones complementarias y realizando en algunas ocasiones trabajo de campo; y por las tardes, de tres a cinco, un curso de formación y capacitación, para adquirir sobre todo los rudimentos de psicología y de atención especializada a los menores.

Se trataba de una apuesta muy fuerte, pues incluso en 2002 era muy complicado pedir una excedencia de tres meses en una empresa de cazatalentos, y por supuesto renunciar a su altísimo sueldo y a las comisiones por cada "adquisición"... Pasaron aquellos tres meses... y el Ayuntamiento de Málaga la animó a perseverar, pues en pocos meses se convocaría una plaza de promoción interna... Es cierto, al final requirió un poco más de tiempo, pero el diez de mayo le era adjudicada la plaza en propiedad, con lo que renunció oficialmente a la consultoría, y comenzó a dedicarse por completo a lo que la llenaba en realiad, el trato con los niños, con los adolecentes y sus familias. Pensando que le sería de utilidad, se apuntó a varios módulos complementarios y, lo que al principio no entendía demasiado bien era su repentino interés por las artes marciales, sobre todo el kárate, y se desplazaba al dojo tres tardes por semana...

En cuanto a mí, la reorganización de las tareas, la confianza depositada en el equipo, me otorgaba ciertas parcelas de libertad: seguía con mis clases de "kendo", y con la práctica diaria de esta disciplina, Kenji Watanabe pensó que ya podíamos pasar al nivel superior, y utilizar espadas reales, por supuesto, de prácticas, y sin filo. Tal vez no fuera el lugar más adecuado, pero desde comienzos de abril, en vez de entrenar en el auditorio, como veníamos haciendo desde el principio, optamos por trasladarnos a nuestro despacho... y con el buen tiempo de mediados de marzo, nos trasladamos al pabellón japonés en medio del jardín. Con los trajes de protección, y las máscaras especiales, era difícil no percatarse de nuestros entrenamientos, primero alguno de los huéspedes, cuya terraza daba al jardín, y luego, varios empleados... Nos enteramos de que se hacían pequeñas apuestas sobre el resultado de los combates de los viernes, y pensamos que podía ser por una buena causa. La única diferencia entre nosotros era el  dorsal, rojo o verde, que llevábamos en la espalda.

 De esa forma, nació el combate de los viernes, que todavía se mantiene en vigor... y el dinero de las apuestas, gane quien gane, lo destinamos a una ONG. En varias ocasiones hemos recibido luchadores invitados, procedentes de otros "dojos", y el nuestro, como no podía ser de otra manera, se llamaba "El Dojo Imperial", algunos de ellos incluso han salido en la prensa y en distintos medios, que no es muy habitual ver a dos directivos de alto nivel combatiendo de esa manera. Durante el verano, o bien adelantábamos la cita a las ocho de la mañana, o la trasladábamos al salón de conferencias...

Con el paso de los años, la relación entre Kenji Watanabe había ido cambiando, quizás no fuéramos "amigos" en el sentido estricto de la palabra, sino más bien, "complementarios", cada uno dentro de su campo, con sus especialidades, pero también con la certeza de la honradez y la profesionalidad del otro, y de su equipo. Nuestras respectivas mujeres se hicieron amigas, y no era de extrañar que se fueran de compras juntas... y curiosamente, Ayumi, siendo una reputada chef de comida japonesa tradicional, se volvía loca con la pasta italiana, sobre todo la lasaña casera de Yolanda, receta de su madre... Y a nuestro hijo Luis, a punto de cumplir cuatro años, le apasionaba el sushi, incluyendo el "pez globo", que por supuesto nunca se lo dimos a probar: era arenque noruego...

Pasaba casi todas las tardes en casa, salvo cuando me tocaba la guardia en el departamento (unas seis o siete veces al mes), y tenía ganas de aprender algo nuevo, algo distinto, y me compré un par de dvd´s de "thai chi", que ponía en el monitor de plasma del comedor. Me relajaba, y me sigue relajando mucho, pero lo más importante era que podía compartirlo con mi hijo, a quien encontré un par de semanas después sepultado por dos sillas, al ensayar uno de los movimientos detrás de la mesa... Es algo especial, y me sentí muy privilegiado, por compartir aquellas experiencias con Luis, quizás en el fondo era lo que más añoraba de mi padre: solo nos unía, y durante un tiempo, la música clásica, o las exposiciones, pero no eran cosas que yo desease hacer realmente...

No sé, me habría encantado practicar el senderismo con él, o que se hubiera comprado una bici, para montar juntos... Y  viviendo a tan poca distancia del mar, enseguida nos acostumbramos a practicar una serie de actividades, desde volar cometas, hasta jugar al voley (no tardó mucho en ganarme, esa maldita coordinación), incluso nos atrevíamos  con el "body board"... Pero me adelanto en el tiempo, a los cuatro años, bastante teníamos con volar las cometas, y el "thai chi".

También necesitaba mi propio tiempo, es cierto, para investigar argumentos de historias, de novelas, pues aquella era mi auténtica pasión, por mucho que me gustase mi trabajo. Y me metía en mi despacho de la planta baja, preparaba una batería de compactos en el tocadiscos, y empezaba a escribir... Yo creo que mi hijo estaba atravesando por esa etapa de fascinación por el padre, y aunque a veces podía ser un poco plasta, sobre todo cuando necesito estar solo un rato... Pero cada vez que se abre la puerta de mi despacho, con ese pequeño chirrido tan especial, sé dónde puedo encontrarle: tumbado sobre la alfombra, a los pies de mi mesa, y con un par de tebeos y un paquete de galletas al alcance de la mano...

miércoles, 8 de junio de 2011

69. EL AÑO DE LAS TORRES...

Con la implantación de la jornada reducida en los dos Hoteles, al menos en los departamentos de menores necesidades de horario, conseguimos mejorar el ambiente de trabajo. Incluso haciendo un par de guardias al mes, era mucho más llevadero... También es cierto que comenzábamos a trabajar a las siete y media de la madrugada en vez de a las nueve, pero a nadie parecía importarle: madrugar no es tan duro, si tienes casi toda la tarde libre. Y la cosa funcionaba: marketing, RRHH, financiero, servicios generales y comunicación se acostumbraron a trabajar en equipo, muchas veces también se incorporaban los compañeros de la recepción, aunque por supuesto la decisión final dependiese de los jefes de cada unidad.

Llegó el cumpleaños de Luis... y se casó Borja, con su novia de los últimos años. Aquella vez, y recordando muy viejos tiempos, Yolanda y yo colaboramos de nuevo con Leyre y Gonzalo, quienes también se habían casado en 2000, y ahora tenían un niño de pocos meses, que ahora estaban cuidando sus padres. Nos invitaron en su momento a la boda, y también a ellos les hicimos las fotos... Yo añoraba aquél mundillo, ver la realidad a través de una cámara, y no tener tanta responsabilidad... en la gestión no ya de un hotel, sino de una cadena de hoteles, puesto que Kenji Watanabe y yo compartíamos la responsabilidad de la imagen corporativa de la empresa.

Borja estaba muy nervioso, y se le notaba: no paraba de jugar con el pequeño corazón de hematite que llevaba de talismán desde que dejó de fumar. Se casaron el 16 de junio de 2001 en la misma iglesia que nosotros, la de San Agustín, y aunque he visto muchas novias en esta vida, Cristina  López Cruz era con diferencia una de las mas hermosas, pelirroja, con larga melena ondulada y una sencilla corona de flores, un vestido de corte medieval, de manga abullonada y color hueso, y unos zapatos muy sencillos y de escaso tacón. Quizás porque se trataba de la novia de uno de mis mejores amigos, o el hermano de Yolanda, me notaba muy nervioso... y sin embargo, conseguí obtener unos primeros planos fantásticos de la novia y el novio, de las respectivas familias, aunque fue muy duro para mí el asumir que en verdad este chico, al que yo apreciaba como un hermano pequeño, de repente se hubiera convertido en un hombre... casado... Él estaba siguiendo los pasos de Julián, su padre, en la inmobiliaria, pero orientándose hacia los alojamientos turísticos sostenible en diversos puntos del litoral, utilizando materiales como el superadobe, extrayendo el agua de aucíferos subterráneos y, por supuesto, con un programa integral de energía solar y de reciclaje... pero en aquél momento, solo tenía sus estudios de arquitectura, sus ganas de hacer cosas diferentes en la vida y el amor por su mujer... De viaje de bodas se fueron a Fuerteventura, a una urbanización que defendía los mismos principios que él...

El banquete y la fiesta se hicieron, por supuesto, en el Hotel de Málaga, donde cerramos una planta entera para los invitados de los novios, y luego, a ellos les metimos en la "Suite Imperial", con el acostumbrado surtido de bombones, cava, agua mineral helada, zumos, un impresionante jacuzzi con albornoces... y todos los pequeños detalles imaginables...

Mi hermana fue la persona que cogió el ramo, y la mirada de su eterno novio, Alfonso Coronel Blanco, nos hizo entender que en no mucho tiempo tendríamos que bajar para la boda familiar a Madrid...

La Feria, con las temperaturas suaves de la noche, y la gran afluencia de público, fue un enorme éxito... además de la primera vez que Luis subía en los cacharros, vestido con su traje de cordobés... aunque al principio se asustó bastante, con tanta gente, tanto ruido y baile... Parecíamos recién salidos de un tablao, Yolanda con su traje de gala, y su peinado, y bailando todo lo que podía; yo, más comedido, me defendía lo mejor posible, sobre teniendo en cuenta mis dos pies izquierdos demostrados, según afirmaba Vicky, mi profesora de bailes de salón... Creo que habría estado contenta de mí... y que habría sonreído...

Por supuesto, la noticia de aquél año fueron los atentados contra las Torres Gemelas y contra el Pentágono... La actividad se paralizó en el Hotel de Benalmádena, donde me encontraba impartiendo un seminario de (ironías de la vida) gestión de situaciones de crisis... Aquél martes once de marzo, conectamos en las pantallas de plasma las principales cadenas de televisión... Cuando se derrumbaron, se hizo el silencio... Muchos de nosotros habíamos viajado a Nueva York con anterioridad, o conocíamos personas que estaban viviendo allí en ese momento, incluso dos personas de uno de los congresos tenían familiares y amigos trabajando en las oficinas... por lo que cada cuerpo que caía podía ser el de uno de ellos... Suspendimos todas las actividades lúdicas en toda la cadena de hoteles... Y guardamos, como otros muchos, un minuto de silencio... Desde aquél momento, nadie miró el cielo de la misma manera, más que libertad y espacio, se veían amenazas, sobre todo en las grandes ciudades... Perdimos la inocencia...

En pleno año 2011, todavía son muchas las teorías de la conspiración que se difunden en la red, los testimonios de los expertos que analizron las grabaciones son contradictorios, hay versiones de todos los colores... y yo recuerdo a los muertos y desaparecidos...

El resto del año transcurrió sin novedad: Borja y Cristina se instalaron por fin en su nueva casa, aunque la amueblaron de forma mucho más moderna; también eran más jóvenes, y más alocados... Una vez más, toda la familia, incluyendo esta vez a los padres y al hermano pequeño de Cristina... También vinieron David y Catalina... Y para mayor comodidad, hicimos venir un catering especial del hotel, pues la familia iba creciendo, Kenji y Ayumi fueron los maestros de ceremonias (el viaje a Japón fue un èxito, y las dos familias celebraron juntas la boda por segunda vez), y todos nos quedamos a dormir repartidos entre las tres casas...


martes, 7 de junio de 2011

68. AMISTADES FRONTERIZAS...

Es cierto, siempre es algo que les pasa a los demás, que observas desde lejos, o desde más cerca, pero de lo que, de todas formas, no formas parte... Siempre comentas "Son mayores, pueden discernir el bien del mal, como dirían los curas, y mientras se mantengan en lo platónico, no pasa nada..." Señores, por favor, un poco de seriedad: el "famoso amor platónico" no es más que un amor físico, que no responde a los instintos ni a las reglas habituales... y que de momento no ha tenido la ocasión de satisfacerse... Un departamento de comunicación de un gran hotel, como el nuestro, engloba a personas de todo tipo, hombres, mujeres, gays, heteros, bisexuales, también implica la colaboración con los departamentos de marketing, publicidad, recursos humanos,  por lo que surjen algunas aventuras, y siempre que no haya problemas o disminuciones en el rendimiento, la dirección no se mete en ello...

Pero en el primer trimestre de 2001, tuvieron lugar dos pequeños escándalos en nuestra comunidad: el romance de Natalia Sánchez Álvarez (RRHH) con Cristiana Puerto Segura (Finanzas)... y el romance de Kenji Watanabe (el implacable y frío observador de la realidad) con la becaria Ayumi Mishima, (recién enviada por la central para hacerse cargo del nuevo proyecto de restaurante sushi del Hotel), y que por cierto me dio noticias de Ayako Wada: estaba esperando su primer hijo, aunque añoraba irse de tapeo y de finos con nosotros, por la Calle Larios... Lo de Natalia y Cristiana no sorprendió a nadie: las dos hermosas como recién escapadas del Olimpo, con esa clase de belleza natural que no necesita ningún aditivo o mejora artificial... Tuvieron que viajar a San Sebastián para impartir un seminario sobre las nuevas técnicas de motivación del personal, con otros dos compañeros que tratarían de la relación con el cliente de empresa y las instituciones... Las sesiones de trabajo comenzaron el viernes por la tarde, y se prolongaron hasta la mañana del domingo, y en conjunto fueron muy agradables en los salones del Hotel María Cristina, sobre todo porque los equipos eran pequeños al estar comenzando las actividades en el nuevo Hotel; y tenían la impresión de estar luchando por implantar algo nuevo, una metodología de trabajo recién traída desde Japón.

Desde la primera noche compartieron habitación, pero "no pasó nada", tal vez por el cansancio, se turnaron para darse una ducha de agua bien caliente, que tampoco tenían tiempo para un baño, puesto que era la hora de cenar, y luego, solo apetecía una copa de coñac, y mirar un poco la tele, tumbadas boca abajo en las camas... ¿Cómo imaginas la hermosura de una diosa, algo así como Laetitia Casta de joven, combinada con Estella Warren, y el toque sensual de la boca de Claudia Schiffer? Bien, pues si no lo imaginas, tendrás que buscar esas fotos: Natalia y Cristiana eran posiblemente las dos mujeres más hermosas del Hotel Imperial... Y se observaban de reojo, tumbadas sobre las colchas, con sus camisones de raso y lencería... era la primera vez que compartían habitación, por supuesto, y que estaban tanto tiempo juntas sin nada que hacer, al margen de ver la televisión... y hablar, de sentimientos... Natalia, con su impresionante metro ochenta y su larguísima melena negra, estaba más acostumbrada que Cristiana a llamar la atención, y ya había tenido un par de experiencias lésbicas previamente. Cristiana, de melena rubia hasta la mitad de la espalda, quizás un poco más rellenita, de piel muy blanca, pero de todas formas, muy hermosa... casi un sueño húmedo de cualquier adolescente... masculino...

Algo me contaron, un par de meses después, cuando no les importaba el qué dirán, y una de sus canciones fetiche era "Mujer contra mujer"... Es cierto, teniendo en cuenta lo hermosas y deseables que eran las dos, no podía evitar el típico comentario machista, "qué desperdicio", pero no era cosa mía el juzgarlas, siempre y cuando no incomodase al resto del equipo: por eso, les recomendé que se abstuvieran de cierto tipo de gestos demasiado íntimos en público, como abrazarse o besarse durante el tiempo de trabajo, aunque no puse ningún inconveniente a las caricias, o quizás un ligero beso... Por aquél entonces, me refiero al año 2001, todavía eran muy numerosos cierto tipo de "machos heterosexuales" que disfrutaban humillando a los demás; pero la decisión de la empresa era primar el trabajo sobre las orientaciones personales; por lo que la Dirección despidió a dos becarios de finanzas por sus comentarios sexistas y discriminatorios... Cuando escribo estas líneas, todavía siguen juntas, y tienen la típica parejita, gestada mediante donante anónimo, que están creciendo rodeados de amor... Yolanda y yo fuimos a la boda, en 2003...

Lo de Kenji Watanabe me sorprendió muchísimo, sobre todo porque él tenía cuarenta años, y ella, veintiséis cuando se conocieron. Ayumi Mishima había nacido en una buena familia de Kyoto, la menor de cuatro hermanos, pero ya desde pequeña decidió decantarse por el mundo de la restauración: por eso asistió a la mejor escuela primero de su ciudad, y luego de Japón, para aprender las mejores técnicas de preparación del sushi y del sashimi. Por su maestría, la contrataron para el Hotel Imperial de Málaga. Todo en ella era espectacular; su cutis perfecto y delicado, con una pizca de polvo de arroz; su agilidad y destreza en el manejo de los cuchillos; su ropa, cuidadísima; su fulgurante rapidez a la hora de preparar los platos... Incluso en sus dos disciplinas era posible innovar, aunque por principio se negaba a utilizar tácticas que generasen un mayor sufrimiento en los peces. Ayumi formaba parte de un equipo de cocineros de prestigio, libraba tres días a la semana, y se ofrecía a los clientes la posibilidad de cenas privadas en las mini-suites.

Fue durante una de aquellas cenas, cuando se conocieron. Kenji estaba agasajando a dos inversores italianos, que deseaban instalar un restaurante italiano de prestigio en una de las zonas disponibles del Hotel de Benalmádena, y después de recorrer las instalaciones, eligieron cenar allí, a ser posible, el famoso sushi... Con un taxi, su ayudante y los peces vivos que utilizarían aquella noche, además del pequeño carrito con los aditivos y complementos que pudieran necesitar, no tardaron ni media hora en presentarse en la mini-suite de los señores Ferrani y Crampone... Bajo la luz brillante, los movimientos de las hojas eran mucho más brillantes e hipnóticas, y de ellas salieron más de veinte platos principales y de acompañamiento. Los clientes quedaron super satisfechos, y también el señor Watanabe... Desde entonces, del "Da Nicola´s" es uno de los restaurantes mejor considerados en la costa...y viene gente desde Málaga hasta Marbella, para disfrutar de un restaurante que auna lo más nuevo y lo más tradicional... Y junto a él, se inauguró en 2003 un nuevo "Sushi Dojo", con el chef Wasazi Hironue. El mismo movimiento se produjo, hasta 2006, en todos los hoteles del grupo: ofrecer en ellos restaurantes temáticos variados, al margen de los ofrecidos por las cocinas de excelente calidad.... Y los fines de semana, se ofrecían a pecios más populares en los comedores del Hotel, los mismos productos que en los restaurantes temáticos...

Pero volviendo a lo que nos interesa, la relación entre Kenji Watanabe y Ayumi Mishima, no me enteré de nada hasta febrero de 2003, cuando me pidió que intercediera ante ella, para garantizarle que era una persona honrada, digna de confianza y con una sólida reputación... y ella me solicitó que hiciera lo mismo: ambos tenían familia en Japón, pero este tipo de gestiones era mejor que las efectuara un amigo. Unos días después, celebramos una pequeña ceremonia del té (para la que me había estado preparando mucho tiempo), y el siguiente paso, fue la boda propiamente dicha, que se celebró en un pequeño santuario shintoísta, el cuatro de abril del mismo año.

 A diferencia de la mayoría de las ceremonias occidentales, la ceremonia de boda japonesa es estrictamente para la familia y algunos cuantos amigos…. Esta ceremonia está llena de símbolos interesantes, como la especie de gorro que luce la novia y que vaya pintada de blanco para simbolizar su pureza y virginidad. Generalmente, la novia viste un kimono blanco, pero puede utilizar también distintos colores, a diferencia del novio, quien utiliza siempre un kimono negro. Según la religión japonesa, Shinto (sintoísmo), las ceremonias empiezan con un ritual de purificación, o shubatsu. Luego, el sacerdote u oficiante de la ceremonia recita una plegaria en japonés y se procede a lo que se conoce como sansankudo: los novios intercambian tres copas de sake para luego intercambiar los anillos.

Para finalizar, el novio debe leer sus votos en voz alta y la novia solamente añadirá su nombre para luego dar paso al brindis (con sake otra vez) entre las familias de ambos contrayentes.  Aunque esta ceremonia es bastante solemne, las celebraciones y banquetes que le siguen nos resultarían más familiares, ya que son generalmente una gran fiesta entre ambas familias y amigos, en las que es usual que la novia se cambie a un vestido de novia más occidental y hasta canten karaoke…. En este caso, ni el padre de Kenji ni los padres de Ayumi pudieron asistir, aunque presenciaron la ceremonia por teleconferencia... Y el viaje de bodas, como no, sería a Japón... 

lunes, 6 de junio de 2011

67. A LAS CINCO, TODOS FUERA...

2001 fue el año de los cambios, en muchos aspectos... pero especialmente, en lo referido a nuestras relaciones de pareja... Con un poco de organización "a la japonesa", y sabiendo delegar algunas obligaciones en otras personas igual de preparadas que nosotros, conseguimos obtener un poco más de tiempo libre, para hablar, hacer la compra, y mil pequeños placeres de la vida que teníamos olvidados, como dormir la siesta abrazados en el sofá, que pese a ser inmenso, siempre terminaba siendo demasiado pequeño... Todavía teníamos parte de la casa sin amueblar, pero aprovechando la paga extra de Navidad, decidimos amueblar al menos la habitación de Luis, quizás con demasiado tiempo, porque incluso instalamos una cama mueble, una mesa de estudio, el armario y librerías empotradas... Serían necesarios otro par de años para que los utilizase, pero nunca estaba de más disponer de algo más de espacio para las visitas. En la buhardilla, con ayuda de Borja y David, levantamos varios tabiques de pladur y aislamiento de resina, obteniendo tres habitaciones abuhardilladas (una de ellas se usaría de trastero), una zona diáfana para juegos, donde montábamos los puzles, y otro espacio destinado a la lectura. La luz se obtenía de ventanas cenitales, y el aislamiento aplicado, además de unos pequeños aparatos de aire acondicionado, conseguían refrescar el ambiente... En mi despacho también pusimos un sofá-cama bastante cómodo para las siestas, y allí terminaba durmiendo algunas de mis tardes libres, con mi hijo...

Mi hijo... todavía me parece complicado pronunciar esta palabra, igual que al principio me costaba mucho cogerle entre mis brazos, y acunarle, contándole muchos cuentos del tres, que improvisaba sobre la marcha. Quizás alguno de ellos lo haya repetido, inconscientemente, de los que me contaba mi abuelo cuando era pequeño... Y yo también paseaba con él entre mis brazos, por la noche, a la hora de dormir... y con mi problema de hiperacusia, casi siempre me despertaba yo al menor sollozo... Tiempos de biberones a las tres de la mañana, de paseos por el pasillo de la planta baja por no despertarla a ella, y volver a la cama a las cuatro, para robarle una hora y media al sueño... Luego, venía el resto del día, la auténtica vida, las lecciones de kendo, de japonés, las estrategias... Cada vez me gustaba más Sun Tzu, quizás porque íbamos desentrañando su sentido... Mi cultura japonesa se incrementaba rápidamente, quizás porque siempre me han gustado los idiomas, o por que representaba un reto a la altura de mis deseos...

Sí, es cierto, muchas veces añoraba a mi amiga Ayako Wada, que seguía trabajando en la sede de Hiroshima... y que esperaba un hijo de su flamante marido. De vez en cuando, nos conectábamos al chat... y ella seguía bajando la mirada, y llamándome "Ismael-sama"... Y yo recordaba aquellas reuniones que terminaban en la sauna (por cierto, al final me depilaba con láser... y Yolanda seguía encantada... y yo sufría con cada película romántica...), la forma en que miraba Ayako... y cómo terminó todo, sin haber empezado, con la ceremonia del té... como despedida... Amores prohibidos... algo que por desgracia conocía extremandamente bien... antes de conocer a Yolanda...

Hay una cosa cierta: por estar casado, o prometido, no eres de piedra. Si ves a un hombre, o a una mujer, que tal vez no sea excesivamente guapo, pero que encaja en tus modelos de belleza, y te llama la atención... Es lógico: tendrás más relación con esta persona, si puedes escoger, que con alguien gordo, calvo, con mal aliento, y a quien le suden los pies (con todo mi cariño hacia quienes tengan esos problemas)... Muchas veces, incluso entre compañeros de trabajo, se crean amistades, te llevas bien con algunas personas, os vais a comer juntas, participáis en los mismos grupos de trabajo... Es cierto, incluso después del primer parto, Yolanda sigue siendo mi ideal de belleza, y no concibo estar sin ella...

Pero es cierto, 2001 fue el año de los cambios, puesto que la corporación decidió modificar los esquemas de atención al cliente y sobre todo, de relaciones con las grandes empresas y lograr una mayor involucración a nivel nacional de los hoteles existentes... y eso implicaba numerosos viajes, en ocasiones de una semana entera, impartiendo cursos presenciales y a distancia, en los que también participaba Kenji Watanabe... Volver a casa, muerto de cansancio, y saber que a la mañana siguiente volverías a la misma locura de vida, no dejaba de ser una mala experiencia, y más todavía si no era posible disfrutar de mi mujer y de mi hijo...

Por eso, decidí comentarle el problema a Watanabe: deseaba rebajar mi nivel de compromiso con la empresa, pues no quería sacrificar mi vida familiar. Teniendo en cuenta que los dos hacíamos unas labores que se podían solapar, y que cada uno de nosotros solía trabajar en los mismos temas, quizás pudiéramos poner nuestros equipos a trabajar juntos, potenciar y desarrollar nuevas estrategias de aprendizaje a distancia (para evitar los viajes tan largos) y, sobre todo, organizar el trabajo, de forma que nuestra jornada terminase a las cinco. Las primeras semanas, con ambos equipos, que aglutinaban veinte personas de múltiples procedencias, fue algo difícil coordinarlos, pero después, los resultados resultaron soberbios... El lema" A las cinco, todos fuera", se difundió rápidamente entre otros departamentos (contabilidad, recepción, mantenimiento), y aunque se quedase una persona de guardia hasta las ocho, el resto podía irse a casa.

Esto implicaba una pequeña reducción de ingresos, pero en mi caso, el estar en casa todas las tardes a las cinco y media, con mi mujer y nuestro hijo, era algo que no tenía precio... Esa siesta, los tres juntos, hasta las siete de la tarde era maravillosa, en nuestra cama enorme... La paz que otorgaba apagar el móvil personal y dejar solo el del trabajo, era maravillosa. Es cierto, algunas veces había que hacer horas extra, supervisando algún evento de gran importancia, pero casi siempre, cualquier persona de nuestros equipos estaba capacitada para ocuparse de él.

Por supuesto, cuando llegó la invitación de la Cámara de Comercio de Málaga y Marbella, a los empresarios japoneses de la Costa, estuvimos allí Kenji Watanabe y yo... Organizamos incluso una demostración de "kendo", con un encarnizado combate en el hall del hotel... Simplemente tuve suerte, y vencí yo... Los empresarios no pudieron evitar que se notase su sorpresa, al ver que el ganador era un occidental... Las negociaciones fueron todo un éxito, se otorgaron licencias para la apertura de varios centros de auténtico masaje y terapias orientales; para varios restaurantes de sushi; y para un par de casinos y de locales donde se jugase al. "gò"...

Llegó mi cumple, el veintitrés de mayo... un momento de inevitable balance y reflexión, puesto que inauguraba una década, que podía ser maravillosa, pero que por lo pronto me había traído: una mujer a la que amaba con locura, un hijo que se volvía más trasto, rebelde como sus padres, y que hablaba por los codos, y una profesión fascinante, en evolución...

Al día siguiente, Luis cumplía tres años, y lo celebramos juntos... jugando por el jardín con una decena de niños de la urbanización, y organizando unas cuantas actividades para los padres, incluyendo una barbacoa, perritos calientes, algo de sangría, y más que nada, la seguridad de poder disfrutar con nuestros hijos...

"Tout est bien, dans le meilleur des mondes possibles"... es decir: "Todo va bien, en el mejor de los mundos posibles"...

66. BALANCE DE FIN DE AÑO

Como siempre por estas fechas, toca hacer el balance de fin de año, y pensar un poco en las cosas buenas y malas que nos han ido sucediendo en este largo y extraño cambio de siglo, de milenio, o simplemente, cambio... Pues aquella sigue siendo la palabra que mejor define los últimos 365 días... aunque supongo que "locura", "agobio" y "estrés" también se han convertido en honrosos candidatos... y por poco no se incorporan "separación", "divorcio" y "tristeza"...

Porque Yolanda y yo no encontrábamos tiempo para estar juntos... Desde el nacimiento de Luis, y no se trata de echarle a él la culpa, quitando algún puente que nos hemos cogido juntos, dejándole al cuidado de Joaquín y de Catalina, no hemos estado solos y relajados ni un momento... pero encima, en aquellas contadas ocasiones, nos sentíamos culpables por habérselo dejado a otras personas, y al final optamos por llevárnoslo con nosotros si iba a ser una estancia de varios días...

Es una de las cosas que no te dicen cuando encargas un niño: que puedes despedirte de tu intimidad, de tus amigos (¿quién desea estar en una casa donde hay un niño que llora todo el tiempo, y que encima se hace "popó"?), tu tiempo libre... Con sus dos añazos, Luis es un chaval alegre, despierto, que se entretiene con cualquier cosa, sobre todo con aquellas que no debería tocar... Todavía no camina, pero gatea a toda velocidad por los pasillos, y le gusta esconderse en los armarios para dormir la siesta, o bien debajo de las camas del cuarto de invitados (en el nuestro no puede hacerlo, porque tenemos un canapé...). La nevera es su juguete preferido, sobre todo el cajón de las verduras y las frutas: le encanta tirarlas al suelo, y clasificarlas por tamaños y colores... y muchas tardes nos encontrábamos con ejércitos invasores colonizando el suelo de la cocina, si estábamos todos en la planta baja.

El armario de los zapatos: su segundo lugar de esparcimiento favorito: también los sacaba todos, y bien los dejaba en el vestidor... o bien los distribuía, siguiendo un orden que sólo él parecía entender, por todas las habitaciones, e incluso lanzaba alguno de ellos escalera abajo. No le gustaba nada la barrera que habíamos puesto en ambos tramos de escaleras... pero claro, también se suponía que no debería poder salir del parquecito cuando le dejábamos solo a dormir la siesta... Al final, pusimos la típica cámara espía en un osito de peluche (al más puro estilo de "Los padres de ella"), y descubrimos el secreto: amontonaba todos sus peluches hasta conseguir una rampa que soportase su peso, y luego dejaba que la gravedad hiciera su trabajo, lanzándose de cabeza contra la alfombra... A partir de aquél momento, teníamos que quitarle todos los peluches del parque, si iba a dormir la siesta...

Como ya os dije antes, el mejor regalo fue cuando aprendió a decir "popó", lo que no evitaba olores molestos, pero al menos, era posible coger el orinal con doble guante, y lavarlo a conciencia... hasta que descubrí un nuevo uso para las bolsas del mercado y de carrefú: forrar con ellas el orinal, y luego, hacer como si fuera un gato... Insisto, en lo personal, los ratos que pasaba con mi hijo al final de la jornada, y sobre todo los fines de semana, eran lo mejor... Ya no iba a la guardería del Hotel Imperial, sobre todo porque teníamos una a dos calles de distancia de nuestra casa, y Yolanda podía dejarlo antes de irse a trabajar, con lo que Luis dormía un par de horas más. Todavía seguíamos en contacto con Beatrice Golden un par de veces al mes, la invitábamos a venir a casa en primavera y en verano, y allí estaba, con su vespino, y su casco con el símbolo pacifista... Lo primero que hacía al llegar a casa, era quitarse los zapatos, le encantaba caminar descalza por el jardín, y jugar allí con Luis...

Por desgracia, con Yolanda, no sucedía lo mismo... Los dos estábamos muy ocupados, demasiado, con un trabajo que exigía de nosotros el máximo esfuerzo, y casi todo nuestro tiempo. Yo vivía pendiente de los dos móviles, seguía presentándome en el Hotel Imperial a la seis y media de la mañana (lo que implicaba levantarme como muy tarde a las cinco y media, incluso con la moto), para las lecciones (más bien combates) de Kendo con Kenji Watanabe, después ducha, cambio de ropa, y nuevas lecciones de japonés. Por las nuevas tácticas de expansión empresarial de la corporación, era necesario supervisar al menos una vez a la semana o como mucho cada quince días las obras de los hoteles en construcción, lo que implicaba viajes relámpago con alguno del los directivos, reuniones con los arquitectos y con los inversores japoneses para quienes solía actuar de intérprete, apoyado por Kenji Watanabe: aunque habría sido mucho más sencillo que lo hiciera él directamente, se consideraba una muestra de respeto que un occidental tuviera un mínimo conocimiento del idioma. Y todo eso, sin contar con las reuniones con otros grupos hoteleros, centros de convenciones, clientes potenciales, y siempre trabajando en grupo: director de comunicación, director de marketing, director de finanzas... al cabo de un tiempo, supe que nos llamaban "la tríada"... pero tampoco me importaba que fuera así... 

En cuanto a Yolanda... también tenía éxito en su labor de "head hunter", numerosas compañías requerían sus servicios como asesora y cazatalentos, incluso en los últimos años de carrera, gracias a una serie de becas y convenios establecidos con la Universidad de Málaga y varias empresas que impartían cursos de posgrado en los ámbitos de comunicación, grandes finanzas y económicas. Pero ella se había organizado este trabajo, para tener las tardes libres, y poder irse a casa, con nuestro hijo, y entonces, llevar a cabo lo que realmente le gustaba: su servicio de asesoría "on line" para menores en situación de maltrato o de peligro... En algunas ocasiones, conseguía buenos resultados; en otras, llamaba directamente a la policía, pero demasiadas veces, no podía hacer gran cosas, al negarse el menor a declarar, o a denunciar... Y aquellos fracasos pesaban más en su alma que todos los éxitos...

Creo que nos perdimos en el camino de nuestras profesiones: eran demasiadas las noches que nos íbamos a nuestros despachos para adelantar trabajo, o que uno de nosotros se quedaba sentado delante de la tele, comiendo palomitas recién hechas, y pensando en lo que estábamos haciendo mal... pero sin atrevernos a preguntar al otro si le pasaba lo mismo... Un buen día de octubre, creo que alrededor del doce, hablamos...
Necesitábamos pasar más tiempo juntos, aprovechar mejor las horas del día y de la noche... y por eso, intentamos organizar nuestra vida, para conseguir estar juntos más tiempo... Yo reduciría mi estancia en el Hotel, y a menos que surgiera alguna urgencia, los lunes, miércoles y viernes los tendría libres para estar con Yolanda y con Luis en casa... queríamos establecer horarios para estar juntos, y disfrutar de nosotros mismos, alquilar una peli de vídeo, retomar los puzles pero en mesa alta, para evitar las malas ideas de Luis, incluso volar cometas al atardecer en la playa... Aunque lo más duro era hacer el amor en completo silencio, porque en cuanto nos oía gemir o jadear a uno de nosotros, empezaba a llorar, y no había forma de concentrarse en el placer...

Y llegó la navidad, la primera para Luis en la casa nueva... Mi madre, mi hermana y su novio vinieron de Madrid, al principio pusieron inconvenientes en alojarse en nuestra casa, estando el nuevo hotel recién estrenado a dos paradas de autobús, no sé muy bien si por no molestar, o por dejar patente que deberíamos haberlas invitado antes... Al final, se quedaron, comprometiéndose a ayudar con "las cosas de la casa"... pero sobre todo, para mi madre, lo importante era estar con su nieto, verlo crecer, y olvidar de esa manera la muerte de su marido... Para mi hermana y su novio, directamente preparamos una sola alcoba: sería bastante hipócrita por nuestra parte separarles, si estaban juntos los fines de semana y en ciertas excavaciones... Sí, mi madre se escandalizó... pero estábamos en nuestra casa... y eran nuestras normas... A pesar de todo, aquella noche de fin de año, con la familia repartida entre los tres chalés, y con los fuegos artificiales que Borja y David se empeñaron en lanzar desde el jardín...

viernes, 3 de junio de 2011

65. EL NACIMIENTO DE UN HOTEL...

La distancia y el tiempo a recorrer cada día no eran en verdad un gran problema: con el "Smart" me metía en cualquier parte, en poco más de media hora llegaba de casa al hotel, donde Agustina Golden seguía haciendo un gran trabajo con los niños "especiales" y con los "normales", incluyendo a Luis, quien a sus dos años y pico parecía estar más espabilado que los demás... aunque eso seguramente lo había heredado de Yolanda... Cuando hacía buen tiempo, y lo llevaba en la moto con el arnés, disfrutaba de la velocidad... La guardería cerraba a las ocho de la tarde, y era el segundo turno de cuidadoras quien se encargaba de cerrar y recogerlo todo. Casi siempre, a las ocho y cuarto recogía a Luis, y volvíamos a casa... Otras veces, si tenía que permanecer en el Hotel por un evento, era Catalina o Yolanda quien efectuaba la recogida.

En muchas ocasiones, la logística era un problema, porque en un "Smart", el cochecito de Yolanda, no cabía mucha gente, y menos si tenías que colocar los múltiples trastos de un bebé. Todavía conservaba mi forito azul, más conocido como "Brujita", que le había regalado a Borja y a David, y por supuesto, estaba mi "Harley". Casi siempre, metía los trastos más indispensables en las alforjas, y el peque iba sujeto contra mi pecho... También era posible coger el autobús, pero la zona no estaba completamente urbanizada. Y si teníamos que viajar por carretera los tres, por ejemplo, en vacaciones, a través de las agencias de alquileres que colaboraban con el hotel, conseguíamos buenos precios... Bueno, mejor dicho, conseguiríamos, pues de momento no íbamos a muchos sitios fuera de Málaga y alrededores... y tampoco disponíamos de mucho tiempo libre...

Las clases con Watanabe estaban dando buenos resultados: había mejorado mucho en agilidad gracias al kendo; del bonsai aprendía minuciosidad y paciencia; y con la inmersión en la cultura japonesa a través de las películas, la lectura de textos clásicos, como los de Sun Tzu y Hagakure (ambos en  versión original y traducida) y, por supuesto, el sushi y el sake... Más de una noche, soñaba en japonés, incluso le respondía en aquél idioma a Yolanda... y quizás se me pegase algo de su pragmatismo... Las obras en el solar de Benalmádena progresaban de manera satisfactoria, los escombros y maderas de la vieja casa se habían retirado del terreno, y en un par de semanas podrían comenzar a trazar los cimientos del edificio, una mole de seis plantas, incluyendo el sótano, donde estaban las saunas, el gimnasio, los circuitos termales... El típico edificio funcional, de estilo andaluz, paredes encaladas, porque el proyecto inicial, de cristal y acero, había sido rechazado por la comisión de urbanismo. La planta baja estaría dedicada a los comedores, auditorio y salas de reuniones; de la primera a la cuarta, estarían las habitaciones ordinarias; y en la quinta y la sexta, las junior suites.

La capilla, en la esquina norte de la planta baja, había sido excavada en su totalidad, y los arqueólogos y estudiantes estaban planeando la reconstrucción de la misma, como un aliciente más del hotel, incorporándola a un pequeño jardín ornamental; el resto de los muros localizados y protegidos hasta alcanzar las losas de piedra del suelo de la antigua iglesia, donde se encontraron varios enterramientos, que fueron debidamente estudiados por los arqueólogos, y preservados bajo gruesas láminas de vidrio, con una altura suficiente para permitir visitas guiadas... El mayor inconveniente fue que el espacio disponible en el futuro sótano se redujo a la mitad, y el circuito termal, la sauna y el gimnasio fueron subidos a la sexta planta, lo que sin duda alguna mejoró las vistas...

A pesar de los sucesivos problemas, incluyendo el acristalamiento de las dos terceras partes del suelo y el refuerzo de las estructuras e instalaciones de la sexta planta, se cumplieron los plazos previstos: se puso a trabajar a casi doscientas personas, en todos los turnos, las veinticuatro horas del día, tal y como se hace en Japón. Algo parecido a "Esta casa era una ruina" (versión americana), pero construyendo un hotel, que es algo mucho más interesante... El truco, por supuesto, era la organización y la sincronización, considerar los tiempos de fraguado de los distintos tipos de cemento, los materiales prefabricados que se traían para las paredes exteriores y el perfecto engarce de cada pieza... El trece de octubre estaba terminada la obra externa del Hotel, así como todos los tabiques portantes, los sistemas de ascensores, las escaleras y los balcones. Como aislante y material para los tabiques se utilizaría un nuevo tipo de resina, que aislaba el doble del "pladur" tradicional, y las paredes de los baños venían en bloque, se atornillaban directamente sobre los soportes, y estaban previstos también los anclajes para los sanitarios, lo que facilitaba muchísimo el montaje. El "truco" consistía en elaborar cada pieza en moldes, de dentro afuera, empezando por las tuberías de la calefacción y del agua caliente, dentro de una base acrílica, sobre la que se colocaban los grandes bloques de azulejos... o al menos, así me lo contaron... También se instaló un sistema de depuración y reciclaje del agua (la de lavabos, duchas, jacuzzis y bañeras se utilizaba para los retretes, y para el riego de las plantas ornamentales), y la azotea estaba cubierta de placas solares... Cinco meses y medio, para un hotel de seis plantas, y cuatrocientas cincuenta habitaciones, completamente terminado...

Y el treinta y uno de diciembre, la Corporación invitó a gran parte de sus empleados y sus familiares a una comida espectacular en el nuevo Hotel Imperial Benalmádena... además de una visita guiada... Por supuesto, yo albergaba muchas esperanza de poder trabajar en dicho Hotel, que estaba muy cerca de nuestra casa, y también de una guardería... Pero, sobre todo, esperaba que consiguiera arreglar las cosas con Yolanda, aquél era mi único deseo para el año nuevo...

No sé, quizás fuera un problema de inercia, los dos nos sentíamos plenamente realizados con nuestros trabajos; los dos éramos (y seguimos siendo) profesionales muy competentes; y compartíamos "hobbys", como la lectura, hacer puzzles, pasear... Y, por supuesto, intentábamos pasar el mayor tiempo posible con Luis... Pero de lunes a viernes era cada vez más complicado comer juntos, y cenábamos cualquier cosa, viendo la tele, o mimando al niño... La segunda quincena de agosto nos la tomamos de vacaciones, pero de verdad, apagando o derivando los móviles, desconectando el correo... Casi no nos movimos de casa, lo justo para hacer la compra, ir a la playa, descansar... Pero luego, en septiembre, regresamos a la locura...  y al aislamiento... No eran celos, ni infidelidad, ni rehacer nuestra vida por separado... Nos estábamos perdiendo, y yo no podía soportarlo... Si me quedaba sin Yolanda, muchas cosas dejarían de tener sentido...

Por eso, un par de tardes a la semana, me quedaba un rato hablando con Agustina Golden, contando historias a "los niños perdidos" y a nuestro Luis, que parecía mayor a los tres años, y casi siempre estaba rodeado por dos o más espíritus, aunque no tenía ningún miedo de ellos... Y fue Agustina quien me aconsejó que tuviéramos otro hijo...

Lo que yo no sabía es que a ella le había dado el mismo consejo...

jueves, 2 de junio de 2011

64. INTERLUDIO

Necesitaba tiempo libre, para estar con mi mujer, con mi hijo, a quien ni siquiera podía ver despierto muchas noches, porque surgía algún problema: dentro del hotel,  a pesar de la limpieza efectuada en las antiguas cocinas por uno de los más afamados exorcistas, seguían pasando "cosas raras" al anochecer... y todos sabemos lo supersticiosos que son los pinches y lo marmitones, ¿verdad?... y, aunque suene a chascarrillo, en la habitación número 13 también pasaban cosas extrañas; y fuera del hotel, el mayor inconveniente lo representaban ciertos proveedores, que llevaban muchos años con nosotros, pero que nos daban problemas, bien por la escasa calidad del producto suministrado (tuvimos que rechazar dos palés de jabones de manos que olían a vómito... y dos partidas de papel higiénico, que parecían lija)... o por incumplimiento de los plazos de entrega...

Por lo visto, nadie se había dado cuenta de hasta qué punto las cosas se tenían que hacer "a la japonesa", es decir, con disciplina, trabajo duro y responsabilidad... Y eso se aplicaba a todos los aspectos en el Hotel Imperial... Hubo despidos, era algo inevitable: dos o tres camareras que se encargaban de la limpieza de ciertas habitaciones, donde desaparecían pequeños objetos de los clientes; uno de los encargados de mantenimiento, que pasaba más tiempo dormido y borracho en su cuartucho del sótano que en su puesto de trabajo; los dos mozos, que insistían demasiado en recibir propinas; un pinche de cocina y un cocinero, por la absoluta falta de higiene al manipular y cocinar los alimentos; y mi sustituto en la recepción, por organizar juergas en tablaos flamencos y bodegas por el doble del precio establecido, a cambio de jugosas comisiones.

La plana mayor del Hotel estaba de acuerdo en estas sanciones y despidos, desde el Director General, pasando por el de Marketing, y terminando con Recursos Humanos... y por mí mismo. Los cuatro debíamos actuar por mayoría, y eso garantizaba más ecuanimidad en las decisiones. También se implementó un sistema de ascensos por capacidades, para cubrir las vacantes y los puestos de nueva creación con personal "de la casa". Por ejemplo, se nombró una limpiadora-encargada de planta, lo que facilitaba un mayor control de los suministros, la calidad y la abundancia de los materiales, agilizando la gestión del stock. Para evitar desapariciones de material, se habilitaron un almacén en la zona de la buhardilla, y otro en el sótano.

Y fue un golpe de suerte el darnos cuenta del tremendo potencial de uno de los nuevos mozos, un chaval de veintidós años, que necesitaba un trabajo cualquiera para ayudar en su casa, pero que no había mencionado sus conocimientos de idiomas (francés, español, italiano y alemán) al efectuar su solicitud. Se le ofreció realizar un curso (pagado por la empresa) de recepcionista de Hotel, compaginándolo con un aprendizaje directo por las mañanas, y los módulos a distancia (telemáticos). También descubrimos que uno de los "plongeurs" era un chef maravilloso en comida vietnamita y thailandesa, al venir su novia de Tailandia, y que tenía nociones de cocina india, lo que nos permitía ampliar nuestra carta.

En cuanto a la organización de eventos y banquetes, lo más eficaz era externalizar los servicios, sobre todo en cuanto a mobiliario: no teníamos ni tiempo ni espacio para almacenar mesas para doscientos comensales, ni tampoco platos, cubiertos y demás accesorios, pero sí era posible, con cuarenta y ocho horas de antelación, el alquilarselo a una empresa de cátering,a cambio de publicidad, recomendaciones positivas, y unas tarifas asequibles. Los camareros, sobre todo cuando se utilizaban las carpas exteriores en primavera, verano y otoño, se contrataban con otras empresas. Para la seguridad diaria estaban contratados tres vigilantes fijos en turnos de ocho horas, a través de Prosegur; y para los grandes actos (por ejemplo, los finales de campaña), se gestionaba un refuerzo...

El Hotel Imperial se estaba convirtiendo, gracias al esfuerzo combinado de los cuatro directivos y de todo el personal, en una referencia para el "turismo de negocios" en Málaga, y con las nuevas instalaciones de Benalmadena, donde se iba a comenzar en breve la construcción de un nuevo Hotel de cinco estrellas, en primera línea de playa, y con todas las especificaciones de la corporación. El solar era perfecto, más de tres mil metros de extensión,  se trataba de una antigua propiedad de un indiano de principios del siglo XX y fabricada en madera al estilo nórdico, que murió sin herederos, y de la cual permanecían en pie solamente una vieja capilla de piedra tallada, con un puñado de árboles en lo que antaño fuera un enorme y cuidado jardín. La casa había ardido hasta los cimientos hace cinco años.

Lo que en principio sería un mero trámite con el Ayuntamiento, en quien había recaído la gestión del patrimonio, se convirtió en pesadilla al presentrarse un segundo y un tercer postor, con lo que el precio de venta final abonado por la corporación se duplicó. Y por si esto no bastase, la comisión de Patrimonio ordenó que se adjudicase la máxima categoría de protección arquitectónica a los restos de la capilla, aconsejando en todo caso su restauración por su "excepcional valor, perteneciendo a los restos de una iglesia parcialmente derruida del siglo IX... por lo que se consideraban bien de interés cultural". Esto implicaba, por supuesto, construir el hotel sin derribar la capilla, excavar los cimientos de la vieja iglesia, y conservarlos adecuadamente... Esto representaría sin duda alguna un retraso para todas las obras, pero el trece de julio, viernes para más señas, cien estudiantes de tercer curso de Arqueología de la Facultad de Málaga comenzaban las labores de cuadriculación en la zona de la vieja iglesia, mientras un equipo de obreros efectuaba el desescombro en los cimientos y paredes de la casa, y dos prestigiosos arquitectos de la fundación Nakatomi actualizaban el plano del futuro hotel.

Toda esta actividad complementaria no impedía que Watanabe y yo continuásemos con nuestras lecciones de kendo, de japonés, de cultura general, además de implementar y exportar técnicas de comunicación y de marketing de guerra, orientado hacia los objetivos del grupo... No me podía quejar, es cierto, pero tanta actividad estaba ocasionándome serios problemas en mi vida matrimonial... Yolanda también estaba agotada, con sus dos trabajos, además de cuidar a Luis, y siempre sin sobrecargar a sus padres... que entre otras cosas, ya tenían su gran dosis de trabajo... Pero aquellas noches, de cenar tarde y poco, casi siempre cosas que preparábamos y congelábamos el fin de semana, y grandes cantidades de comida preparada... Ya ni podía recordar, tras el fin de semana en enero que pasamos en el balneario, no habíamos vuelto a estar solos y tranquilos. Sí, es cierto, había besos, y abrazos, y mimos, pero casi todo el tiempo estábamos demasiado cansados para hacer nada en la cama, al margen de dormir... Discutíamos... eso era lo peor: los dos nos echábamos la culpa mutuamente de poner nuestra carrera profesional por delante de la vida familiar... y lo peor de todo era que los dos teníamos razón... Se imponía un cambio de rumbo... en nuestras vidas...