domingo, 21 de octubre de 2012

87. Un toque de amargura… y un reencuentro…

Desde hace varios meses, Claudia Galán García, mi gran amor de la adolescencia y de parte de mi madurez, ha regresado con fuerza a mi vida… De hecho, está trabajando en el “Hotel Imperial” de Marbella… Pero eso no quiere decir, ni mucho menos, que vaya a recuperar el lugar que en su día ocupó en mi corazón...
Faltan pocos días para la navidad del año 2006, y en los dos hoteles ya estamos preparando nuestras tradicionales fiestas navideñas: es un hervidero, porque hemos tenido que utilizar nuestros salones especiales en el local colindante para los banquetes… Y tenemos garantizada para ambas fechas una ocupación superior al ochenta por ciento… Y muchos de los huéspedes se quedarán con nosotros toda la semana… Claudia se está encargando de la logística en el Hotel de Marbella, y estoy muy contento con su trabajo… y parece que ella también disfruta de su nuevo puesto dentro de la recepción del Hotel…
Todo empezó a finales de octubre de este año, cuando recibí una carta suya, en la que me decía que se había divorciado de su marido, Federico Luis Torres, porque llevaba varios meses manteniendo una relación con una de sus secretarias en Unión Fenosa… Ella ya lo sabía, o al menos ya lo sospechaba desde el mes de enero… tantas reuniones al final de la jornada… tantas cenas de empresa… incluso varios viajes de negocios a la costa… cuando nunca tenía tiempo para viajar con ella y con su hijo… Por eso contrató a un detective privado para tener una prueba de su infidelidad… Y la consiguió en junio de este mismo año… Mientras se suponía que estaba haciendo un viaje de negocios a Barcelona… se había registrado con Mari Carmen, su secretaria, en un hotel de lujo de la capital… Y las fotos del detective privado demostraban claramente que no estaban precisamente trabajando…
Ante las pruebas presentadas, Federico no podía negar la evidencia, y le concedió el divorcio… pero se quedó con la casa, porque existía la separación de bienes… Claudia se mudó a casa de su madre con Felipe, su hijo de cinco años, mientras decidía qué ritmo dar a su nueva vida… Pero Madrid se le hacía demasiado grande, conservaba demasiados recuerdos de su antigua vida de niña pija consentida, de sus años de matrimonio con Federico, por lo que necesitaba un cambio radical en su vida…
Por eso me escribió, enterada de mi progreso en la corporación “Natori Fujita” por anteriores conversaciones telefónicas, ya que con su formación en Turismo y su Máster en Gestión y Administración de Empresas, pensó que podía encajar en mi equipo, bien fuera en el “Hotel Imperial” de Málaga o en el de Marbella… Antes de tomar cualquier decisión, lo consulté con la almohada… y luego con Kenji Watanabe (le di una copia del curriculum) y con Yolanda (que no había podido olvidar que Claudia fue mi gran amor de adolescencia)…
Ambos me dijeron que no sería un problema, pero la opinión que más me importaba era la de Yolanda… “Siempre que tengas claras tus prioridades, será un gran placer ayudar a Claudia en este momento de necesidad… Además, no puedo olvidar que de no ser por ella y por su prima, no nos habríamos conocido…”
A primeros de octubre, vino a Málaga para entrevistarse con Kenji Watanabe y conmigo y superó con éxito los test de capacitación y de detección de capacidades de la empresa, por lo que se acordó su incorporación al Hotel de Marbella, efectiva a primeros de noviembre… En un primer momento, y mientras encontraba un lugar donde vivir, su hijo y ella se alojarían en una de las habitaciones del Hotel. Pero en poco más de dos semanas, y gracias a las gestiones realizadas por el director del establecimiento, consiguió encontrar un piso de noventa metros en la periferia, y la mudanza se completó en un tiempo record: el día dos de diciembre ya estaba instalada en su nueva casa… y tampoco se había llevado muchos recuerdos de su anterior vida: sus libros, sus CD, y una colección de viejas películas románticas, además de la ropa de ella y de su hijo…
Conseguir un nuevo colegio para su hijo no fue tampoco demasiado sencillo, pero al final le prometieron una plaza en el “Nuestra señora de las Nieves” a partir del curso siguiente, y también le facilitaron los libros de texto para que no perdiera el tiempo. Pedro, un niño muy inteligente, se adaptó a su nueva vida… Y estaba deseando hacer nuevas amistades…
A mediados de diciembre, mientras ya estaba trabajando en la recepción del Hotel, fui a verla una tarde, con el consentimiento de Yolanda… Me parecía extraño que Claudia volviera a entrar en mi vida, y tenerla tan cerca… Pero del mismo modo que algunas cosas no habían cambiado entre nosotros y perduraba algo de la vieja magia… otras eran completamente distintas…
 “Sabes… no me gusta deberle favores a nadie, Ismael, ni siquiera a ti… Por eso, espero que en breve podré demostrarte que Kenji y tú no os habéis equivocado al confiarme este puesto…”, me dijo… “Creo que puedo hacerlo muy bien, y quizás incluso podré olvidar, a base de trabajo duro, mis actuales circunstancias…”
 Te refieres al divorcio, ¿verdad?”, le pregunté…
“Al divorcio… a la infidelidad… a tener que dejar atrás mi ciudad… a emprender de nuevo una carrera profesional, porque Federico insistió en que dejase mi trabajo en la agencia de viajes para cuidar de nuestro hijo… Son muchos cambios en poco tiempo, Ismael…”
 “Pero estás dispuesta a seguir adelante, ¿verdad?”
“Pues claro que sí… Siempre he sido una luchadora, he tenido muy claros mis objetivos, y cómo conseguirlos… Pero ahora se me hace muy cuesta arriba el olvidar todos aquellos años junto a Federico… Vale que solo fueran cinco años de matrimonio… pero me han marcado mucho… Él era muy posesivo… Y en el fondo, teníamos muy pocas cosas en común: no le gustaba ni la música clásica, ni ir al teatro o ver exposiciones, y tampoco compartía mi interés por la lectura… Poco a poco, porque a él no le gustaban aquellas cosas, fui renunciando a ellas: me siento un poco estúpida al admitirlo, pero me equivoqué con él… En lugar de tratar de subirlo a mi nivel cultural, me dejé llevar por sus gustos, incluso le acompañé varias veces a los toros o a ver un partido de fútbol, eso por no hablar de las salidas con sus amigotes, que por cierto no me caían nada bien… Pero acabé tragando, cediendo…”
 “¿Y nunca sospechaste que te podía estar siendo infiel?”, le pregunté… aunque segundos después de hacerlo, me arrepentí…
“La verdad es que desde hace varios meses lo sospechaba… Ese desinterés por el sexo… Sus largas jornadas de trabajo… La frialdad con la que nos trataba a Felipe y a mí… Por eso contraté a un detective privado… Y lo demás, supongo que ya es historia… reciente, dolorosa, decepcionante, pero de cualquier modo, ya ha pasado… Ahora solo quiero seguir adelante, aprender nuevas cosas, hacer bien mi trabajo y aprovechar el tiempo libre para estar con mi hijo… Lo demás, ni me lo planteo…”
Luego, estuvimos hablando de otras cosas, del amor, de la importancia de la familia, de las fiestas inminentes… “parlando del piú e del menno”, como dicen los italianos… Al principio estuvimos hablando en la cafetería del hotel… luego nos fuimos a cenar a un restaurante cercano (aunque avisé a Yolanda de que la reunión con Claudia se podía prolongar un poquito)… y cuando terminamos, la acompañé a la parada de taxis… Nos despedimos con un suave beso en los labios…
Volví a casa sobre la medianoche… Yolanda me estaba esperando despierta, leyendo un libro de Isabel Allende (creo recordar que se trataba de “Paula”)… Le di un beso de buenas noches, me duché, y me metí en la cama… Y entonces empezamos a hablar… De nuestras vidas… a recordar buenos y malos momentos… de lo que habíamos conseguido juntos… Y terminamos haciendo el amor, muy suavemente… y nos quedamos dormidos abrazados…
Mi último pensamiento fue que el destino de vez en cuando hace de las suyas… porque me permitía tener a tan pocos kilómetros de distancia a las dos mujeres a las que más había querido en esta vida… Salvo que una de ellas solo representaba un pasado lejano… Y la otra, el presente y el futuro…



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