domingo, 21 de octubre de 2012

92. Queridos Reyes Magos…

A veces, creo que mi hijo Luis se parece más a mí de lo que yo pensaba… Le gusta casi toda mi música, aunque al principio le daba algo de miedo escuchar a “Pink Floyd”… Le encanta pasear por el jardín al amanecer… Disfruta mucho jugando con “Porthos”, su galgo consentido (“Atos” está más encariñado con Claudia)… Le apasiona la lectura (sobre todo mis viejos libros de Salgari)… Y creo que también hay un escritor en ciernes dentro de él… No hace falta otra cosa para comprobarlo, que leer la carta que le mandó desde mi ordenador a los Reyes Magos hace un par de semanas…
“Queridos Reyes Magos: os mando esta carta con bastante tiempo, porque entiendo que tendréis mucho trabajo en estas semanas antes de vuestro viaje… Sí, es cierto, algunos de mis amigos dicen que no existís, que a mis nueve años ya no debería creer en vosotros… Algunos de ellos incluso se atreven a decir que en realidad sois los padres…
Pero yo quiero seguir creyendo en vosotros… Porque lleváis mucho tiempo haciendo una gran labor, repartiendo con la competencia (ese dichoso Papá Noël que se empeña en adelantarse a vosotros el día de Navidad, pero a quien considero vuestro ayudante) los regalos a los niños buenos…
Este año, no quiero pediros nada para mí… Creo que tengo todo lo que necesito: una familia que me quiere mucho (incluyendo a mis tíos Borja y David, que aunque están un poco locos son geniales, a mi abuelo, a mis dos abuelas y a mi tita María y a su marido), una buena casa, y dos galgos consentidos para jugar con ellos… y un puñadito de amigos…
La verdad, creo que vuestro trabajo es muy importante, porque devolvéis la ilusión a los niños…. Y a los adultos… Y también a los profesores de mi cole… Pero el otro día fui con mi madre al Hospital Universitario Carlos Haya, para ver a mi amigo Julián: se ha partido una pierna jugando con la bici, y va a tener que quedarse internado unos cuantos días… Durante la visita, pasamos por muchos pasillos, muchas habitaciones del ala infantil, en las que estaban internados muchos niños de mi edad, y algunos mucho más pequeños… Y yo me pregunto si habrán podido enviaros las cartas a tiempo, para indicaros su cambio de dirección… Me preocupa mucho que llegue la mañana del seis de enero, y no tengan regalos… Me pregunto si podéis hacer algo por esos niños, no sé, contratar ayudantes que les lleven los regalos, o dejarlos todos en la capilla del Hospital… ¿Quién se ocupa de los niños que están internados? ¿Podrías hacer un esfuerzo, para que todos ellos tengan regalos?
Para mí no quiero nada… pero ellos también deberían tener regalos… Un cordial saludo desde Málaga de parte de vuestro amigo,  que sigue creyendo en vosotros, Luis.”
Al leer su carta (porque la dirección de correo a la que la envió tiene un enlace para que las peticiones lleguen a la cuenta de correo de los padres, misterios de la tecnología…), me puse a pensar… Por una parte, en la generosidad de mi hijo… Por otra, en su inocencia… Pero también, en su buen corazón, y en la manera en que se preocupaba por los niños internados en los Hospitales de Málaga… Vale, es cierto que casi todos ellos deben tener padres que se ocupen de su bienestar, que les llevarán un regalito en una fecha tan especial… Porque ningún niño debería estar sin un regalo el día de Reyes… Y quizás desde el “Hotel Imperial” se podría hacer algo para conseguirlo…
Fue entonces, el diez de diciembre de 2008, cuando le pregunté a Kenji Watanabe si se podía hacer algo por los niños que estaban ingresados en los distintos Hospitales de Málaga, para asegurarnos de que todos ellos tuvieran un regalo… Le pareció una buena idea. Lo comentamos con otros directivos, y después de una consulta rápida con Hatori Hanzo vía teleconferencia, nació la “Operación Navidad”… En una corporación como la “Natori Fujita”, siempre existe la posibilidad de destinar una partida de dinero a fines sociales (que por otra parte son deducibles en el siguiente ejercicio), y aquél fue el primer año…
Por supuesto, no podía tratarse de regalos muy caros, por lo que nos pusimos en contacto con los distribuidores de juguetes de la zona, para ver lo que se podía hacer con un presupuesto ajustado… También hablamos con los departamentos de comunicación y marketing de otros hoteles de la zona, por si les apetecía sumarse a la iniciativa, y los resultados fueron muy positivos: al final, nos pusimos de acuerdo los directivos de cinco grandes hoteles y de varios de nuestros proveedores, que también se apuntaron a la iniciativa… Y ese año, y los sucesivos, no hubo ningún niño internado en los hospitales sin un regalo de nuestra parte, o mejor dicho, de los Reyes Magos…
Pero la cosa siguió creciendo… Y al año siguiente, ampliamos nuestra red de beneficiarios, incluyendo a los menores internados en los centros de acogida, y a los colectivos de padres y madres separados… Y también lo hicimos en todos los demás hoteles de la empresa en toda España… Cuatro años después, la “Operación Navidad” sigue en marcha… Ahora lo hacemos todo de manera más organizada, y empezamos a comprar los regalos en el mes de septiembre, y los guardamos en una sala de los sótanos del Hotel, aunque muchos de ellos nos los entregan en grandes camiones la víspera, y luego los repartimos en furgonetas por los distintos hospitales… Incluso hemos habilitado unos centros especiales de recogida y distribución de regalos para las familias menos favorecidas, invitándoles a una chocolatada en nuestras instalaciones… Vale, es cierto, es una campaña especial que nos da una buena imagen, incluso atendemos peticiones especiales de colectivos en situación de riesgo.
Pero lo que no puedo evitar es recordar que todo esto no habría sido posible, de no haber sido por la carta de mi hijo Luis… Es cierto, aquél año también tuvo regalos, pero se los dimos en el Hospital, con los demás niños… y él se sintió muy feliz…
Han pasado los años, Luis ya no cree en los Reyes Magos, sabe que son los padres quienes se encargan de comprar y repartir los regalos… Pero de todas formas, sigue manteniendo la ilusión…

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