Una extraña sensación me embarga, en los primeros segundos del despertar… Noto algo extraño sobre mi pecho, a duras penas consigo respirar… Y algo rasposo me está lamiendo la cara… Algo tan áspero como…
¡La lengua de un perro! ¡Y su mal aliento! Abro los ojos, en medio de una ardua lucha contra dos galgos, “Atos” y “Porthos”… Y también siento otro peso en las rodillas…
¡Es mi hijo, Luis! Y Yolanda, sin duda alguna la incitadora de este despertar tan maravilloso, sobre todo cuando mi mundo estaba a punto de bascular entre dos realidades, me mira desde la puerta de la habitación… y la pequeña Claudia, con sus ocho años pero una gran aficionada al karate desde que empezó a practicarlo con mi mujer hace dos años, se prepara para lo que a todas luces puede ser una auténtica explosión de amor emburuñado…
“¿Abrazo chillón?”, me pregunta Yolanda, tomando casi carrerilla, y con esa sonrisa pícara que siempre mantiene, cuando uno de sus planes sale bien…
“Abrazo chillón…”, le respondo, mientras intento prepararme lo mejor posible para uno de mis momentos favoritos de cualquier domingo de pereza como éste, un dieciocho de septiembre cualquiera de 2012… Y entonces, Yolanda y Claudia se lanzan sobre la cama, enorme, que sin embargo a veces se nos queda pequeña…
Y todos, Yolanda, Luis, Claudia, “Atos” y “Porthos”, y yo mismo, nos convertimos en una mezcla imprecisa de brazos, piernas, troncos y pezuñas… haciéndonos mil y una cosquillas… riendo hasta las lágrimas… pues en eso consiste el abrazo chillón… en compartir risas… y caricias… en nuestra enorme cama…
Nuestra vida no ha sido mala, hasta este preciso momento… Hemos pasado momentos malos, muy malos, buenos, y muy buenos… Hemos gozado del éxtasis y sufrido por las pérdidas…Pero, sobre todo, hemos conseguido vivir, de la mejor manera posible, y juntos, estos últimos veinte años…
Y ahora, con las energías renovadas por esta muestra de afecto, que terminó con un par de rasguños sin importancia… He recuperado la paz… y la fuerza, para seguir adelante… No sé lo que me deparará el futuro… ni qué nuevas pruebas nos esperarán a la vuelta de la esquina… También ignoro cómo me irá en el trabajo… o si Luis y Claudia serán o no buenos estudiantes…
Mas por encima de todo, solo sé que somos criaturas de presente… y que en este presente concreto… Soy inmensamente feliz…
Madrid, 15 de octubre de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario