Hacía calor, pero no demasiado, aquella mañana del mes de septiembre... No perdimos el tiempo con fotos de estudio, pues de todas formas, las que nos habían hecho nuestros amigos eran más que de sobra, y los dos queríamos demostrar que para cualquier boda, siempre debía primar la calidad sobre la cantidad: en treinta o cuarenta fotos puedes contar la historia entera, desde los preparativos en las casas o alojamientos respectivos, las fotos en la iglesia, fuera de la misma, el banquete, el baile y la recreación de la entrada en la "Suite Presidencial"... Pero siempre con los máximos exponentes de calidad en el trabajo, y con material adecuado (focos, antorchas, trípodes... y cables, adaptadores...). Aquella, y no otra, era nuestra filosofía...
Todo funcionó como un reloj: llegamos media hora después a las instalaciones del Club de Golf de Marbella II con nuestro espectacular Ford Modelo T, las damas de honor abrieron las puertas, y nos encontramos sobre el cuidado césped... Por unos momentos, nos deslumbró la luz del sol, pero luego, mientras nos acercábamos a la pirámide de copas de cava, cada uno iba sonriendo y saludando a sus invitados... Me pareció muy raro, estar allí, con Yolanda convertida en mi esposa, y tener delante a Claudia y a Esther, dos mujeres sin las que jamás podría estar viviendo aquél momento... Luego, localicé a mis escasos amigos, que habían venido de los cuatro puntos cardinales...
Todos los invitados, atendidos por una nube de camareros, nos esperaban para brindar... Alzamos nuestras copas... No hubo discursos, de nadie: "¡Por la vida... y por el Amor!" Yolanda lanzó el ramo, y lo cogió Esther...
Comenzaron las típicas fotos con amigos, conocidos, y perfectos extraños, nos reclamaban en mil sitios a la vez... Pero yo solo me fijaba en mi familia, sobre todo en mi abuelo, con su traje nuevo, y las gafas bien limpias... con su incombustible "txapela", y sus ojitos pequeños... Mi abuelo... No había manera de saber que no volvería a verle, con vida... Mi padre estaba muy serio, más que de costumbre, fumando como un carretero y sacándole "peros" a todo... Mi hermana y su novio, no se enteraban de gran cosa, ni les importaba la gente... y yo les comprendía muy bien... Mi madre pululaba de un sitio a otro, atendiendo a los invitados, igual que mi suegra, Catalina... Mi suegro aprovechó el acontecimiento para rematar un par de jugosos contratos, fiel a su fama de empresario duro pero honrado, fumando un par de sus aromáticos cigarros habanos...
Después de los brindis, y de las fotos, pasamos a las carpas: la principal, con forma de semicírculo alberga a los invitados "adultos"... No hay tonterías, no cortamos la cinta con enormes tijeras de podar, revestidas de purpurina.. Todas las mesas son circulares, nuestras madres han organizado todo, con invitados por edades... No hay niños, están en una carpa más pequeña, con payasos, animadores, colchonetas para la siesta... Y por supuesto, menús infantiles... lo bastante cerca y lejos, a la vez, de los padres y familiares...
La mesa principal está situada sobre una tarima, al fondo de la carpa según se entra, a la vista de todos, pero al mismo tiempo, con las espaldas protegidas (manías de viejo). Mis padres, los suyos, mi abuelo, mi hermana y su novio... Y una silla vacía, con un pequeño jarrón de cristal, con su rosa azúl de tallo largo, sin espinas... recordando la más reciente ausencia... No me preguntes si hubo carne o pescado, o de qué tipo... El jamón era excelente, igual que las tablas de quesos, las ruedas de ibéricos... y, por supuesto, algo de pescaíto frito...
No es fácil ser el novio en la boda, ni el muerto en el entierro... aunque sabes que casi nadie se fijará en ti, como no sean las madres, los amigos, y la familia... Pero es lógico... Todo el mundo está pendiente de ella, y tratándose de Yolanda, no me extraña... La luz entraba a raudales por las ventanas, más que una simple carpa, era un pabellón de verano... Cuando la luz la alcanzaba de lleno, restallando en sus cabellos negros, iluminando su figura de exquisita gravidez, el tiempo se detenía... en cada brindis, alzando las copas al cielo, cuando el cava descendía por su garganta (luego, fue agua mineral)... Me intrigaba que ella se apañase bien con semejantes tacones, sobre todo porque no solía utilizarlos...
Y seguía apareciendo una pléyade de platos, por suerte, casi nada de nueva cocina... Y la gente comía, reía, brindaba, se divertía... Un pequeño detalle, del que no se dieron cuenta los invitados: solamente se servía la cantidad deseada por el comensal; y luego, cuando las grandes bandejas se devolvían a la tercera carpa (la cocina) el personal del catering la preparaba para llevarla a los comedores de beneficencia...
Tres horas comiendo, y por fin, llega el momento de la tarta... Los camareros la acercan a la mesa, tiene una pinta impresionante... Y entonces, Yolanda saca una auténtica katana japonesa de la parte posterior de su silla, y la parte en cuatro ágiles tajos... sin tocar las figuras de los novios, de "Lladró", y que yo había comprado en secreto hace varios años... Es cierto, no es habitual ver a una novia, con su vestido, maquillaje y tacones, manejar una katana el día de su boda... uno más de los talentos ocultos de Yolanda... Mi abuelo llevaba un buen rato dormido, con la cabeza reclinada sobre el pecho; mi hermana y su novio también empezaban a aburrirse... Comenzamos el reparto de los regalos, que habíamos terminado de preparar de madrugada, y por supuesto, nada de tabaco... Los camareros despejaron las mesas, y montaron la barra libre, pues los autobuses garantizaban que no surgieran problemas...
Sé que puede parecer absurdo, pero... una de las cosas que más recuerdan los invitados, fue que el vals sonó en segundo lugar... Lo primero en escucharse, en atronar por los altavoces, fue una sevillana... y no una cualquiera, ni mucho menos.... Sino la mítica "Sevillanas de la probeta", del grupo La Trinca... Es una sevillana, perfecta en la forma, pero cuyo texto dice: "Yo era un espermatozoide, que vivía satisfecho..." Mi familia, sabiendo de sobra que era incapaz de bailar... Incluso Vicky, mi antigua domadora en bailes de salón quien me consideraba "un caso evidente de dos pies izquierdos"... se habría quedado sorprendida... Igual que se quedaron casi todos mis amigos, la familia... ¿Yo, la cosa más patosa del mundo, bailando una sevillana (perfecta), con mi esposa, respetando las pausas, los movimientos, los tiempos? Pues sí... que no en vano Yolanda me había estado entrenando, todas las tardes durante casi tres meses (menos el domingo) para bailar sevillanas, vals, tango y algo de lambada... Y la música, al menos para comenzar, eran nuestras canciones las de nuestra vida juntos, y las que habíamos descubierto después...
Creo recordar que se organizaron, hasta la medianoche, una serie de actividades realizadas por profesionales, que mi suegro tenía amplia experiencia en el campo... Concursos de baile, de agilidad, no sé, mil cosas... y por supuesto, el servicio de lanzadera a los hoteles...
Nos escapamos a las once, por una puerta lateral... y aquella primera noche de casados, la pasamos en la "Suite Presidencial" del hotel anexo al Club de Golf... Parecía un sueño: suelos de mármol pulido, una rugiente chimenea, dos sillones de orejas, discretos tapices en las paredes, la inmensa cama de baldaquino con sus gasas, y muselinas, la música suave, pétalos de rosas desde la entrada (por supuesto, Yolanda traspasó el umbral en mis brazos), el titilar de un reguero de velas hacia el baño, un enorme jacuzzi, y mil tipos de esencias... y varias botellas de agua helada dispuestas en cubiteras.... y bombones de chocolate negro...
Lo primero que hizo Yolanda fue quitarse los zapatos... Nos desnudamos mútuamente frente a la chimenea, despacio, dejando caer capa tras capa de ropa, como si fuera aquella la primera vez... Yolanda había conservado los "edelweiss", hizo ademán que quitárselos, pero le pedí que los conservara... El corpiño fue lo más complicado, creo que jamás en toda mi vida he soltado tantos botones (conté más de cien, como media uña de meñique)... Misericordiosamente, el cierre del vestido eran varios lazos, las medias estaban sujetas con unos precisos ligueros, y la lencería que llevaba aquella noche... Jamás, ni antes ni después de nuestra boda, la he visto más hermosa... salvo la primera vez que dio el pecho a nuestro hijo... Dejamos las ropas sobre el sofá, lo más ordenadas posible...
El agua estaba perfecta... nos sentamos juntos, frente a frente, y empezamos a lavarnos, muy suavemente, quitándonos de encima todo el estrés acumulado durante la boda, mientras Frank Sinatra cantaba, solo para nosotros, sus más bellas canciones... Nuestros cuerpos, empapados, se iban relajando, y el agua estaba tan caliente, que el vaho empañaba los espejos... Salimos del jacuzzi, y nos secamos con magníficas toallas de algodón blanco... La climatización era perfecta, y dejamos caer nuestras toallas de camino a la cama... Nos tumbamos de lado, ella se amoldó sobre mi pecho, y nos quedamos dormidos...
Me desperté de madrugada, alguien había apagado las luces, y la única luz procedía de las velas, y de los rescoldos de la chimenea... ¿Qué tendrá aquella noche, que la misma persona con quien has hecho el amor antes, que ha sido tu compañera en tantas noches y madrugadas, de repente, parece... tan distinta?¿Por qué extraño motivo, parece que estás viviendo la noche más importante de toda tu vida? Yo sabía que estaba despierta, el ritmo de su respiración la delataba... y comencé a besarla... a recorrer sus valles y colinas, saboreando sus secretos, y mirándola, hundiéndome en sus ojos mientras nuestros cuerpos alcanzaban el climax, lo que antes se llamaba "la comunión de las almas"... Mas, cuando yo empezaba a adormilarme, fue ella quien empezó a amarme...
Y nos dormimos, abrazados, con las primeras luces del alba...
No resisto la tentación de comentar aquí. Me tienes el alma en vilo.
ResponderEliminarSusana_
¡Graciñas por el comentario, Susana! Espero que estés disfrutando de la historia... Quedan otros 20 capítulos, me temo... Nunca hasta ahora había escrito de esta manera, de unos dos mini-capítulos por día... pero acabo de rebasar las 300 páginas en formato libro... Cordiales maullidos... que van a descubir París en Septiembre...
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