Empezamos el año 2000 con una impresionante resaca, muchas ilusiones por los nuevos proyectos, y una vaga sensación de culpabilidad por haber dejado tantas horas a Luis en casa de sus abuelos en el teórico cambio de siglo y de milenio, pero también es cierto que necesitábamos un poco de tiempo para estar solos... Con sus seis meses y medio, Luis era un niño bastante tranquilo, y también silencioso... dentro de lo que cabe...
Después de dos meses cambiando pañales, más o menos empecé a acostumbrarme, pero sin la ayuda del pequeño y mágico botecito azul, creo que hubiera vomitado algunas veces más de las que lo hice... ¡Qué le vamos a hacer, si tengo hiper olfato, hiper oído, e hiper escrúpulos! Julián y Catalina, de vez en cuando, hacían de canguros, o se quedaban con Luis alguna que otra noche, todavía no sé bien si por que les apetecía escuchar de nuevo la voz de un bebé en su casa... o simplemente, para que tuviéramos una noche solos, para no procesarnos de nadie, y disfrutar... ¿El sexo? Siempre habíamos disfrutado con él, y nos gustaba experimentar cosas nuevas, aquella fue nuestra mayor suerte en ese campo... mas por lo general, eramos bastante conservadores...
Y los meses iban pasando, muchos cambios, sobre todo en el ámbito laboral: Yolanda seguía pasando las tardes con su nueva formación laboral, la consultoría y asesoría en casos de "mobbing" infantil y de adolescentes, y la protección de los niños en situación de peligro... Era un proyecto que la motivaba mucho más que la asesoría de empresas, pero que en lo económico, distaba mucho de ser rentable, sobre todo porque muchos aspectos ya los cubrían los orientadores educativos en los centros, y las consultas tradicionales... Pero ella quería ayudar, y no era más que una cuestión de tiempo el que encontrase la manera... Y lo hizo: abrió un consultorio virtual en la red, con otra compañera del trabajo, y eso empezó a quitarnos tiempo para nosotros: ella se metía en su despacho, casi siempre con Luis a mano, por si necesitaba algo... y yo en el mío...
Llevarse el trabajo a casa, o crearse nuevas ocupaciones que te quiten tiempo para estar con tu pareja, no es una buena idea... Pero lo comprendimos un poco tarde, quizás no demasiado tarde, aunque el daño estaba hecho... Yo seguía metido de lleno en el proyecto del Hotel, con los demás directores, puesto que estaban planeando una re-estructuración similar en otros siete de los establecimientos de la cadena... Por supuesto, implicaba un volumen de trabajo más grande, porque era preciso efectuar acercamientos a los organizadores de grandes eventos, organizar presentaciones de nuestros hoteles (sobre todo el gemelo, en Marbella), y garantizar la máxima calidad... pero también, estar dispuestos a acoger a huéspedes "particulares", durante los periodos más bajos... Prolongué mi jornada laborar, y demasiadas veces volvía a casa pasadas las diez, cuando Luis ya dormía... y Yolanda... aveces me esperaba solo para darme un beso, ducharse, e irse a la cama...
Yo nunca había seguido, de soltero, horarios normales: entre el trabajo, los blogs y una pequeña cantidad de vida social, era un caos... Y ahora, estaba volviendo a las malas costumbres, algo que pagaba mi colon, y mi principio de úlcera... En cuanto a la agencia, la tenía bastante desatendida, y no era fácil para Gonzalo y Leyre mantenerla en marcha, si nosotros no colaborábamos... Al final, llegamos a un acuerdo: contactar con varias agencias de la competencia, y organizar el negocio en régimen de franquicia por varias ciudades de la costa. Gonzalo seguiría siendo la cabeza visible, nosotros le proporcionaríamos algunos eventos que precisasen de buenas fotos, y también datos sobre las bodas que se celebrasen en el Hotel Imperial... y Yolanda y yo, como socios fundadores, nos quedaríamos con una parte de los beneficios. Él aceptó, con la condición de que les diéramos una parte a Mayte y a Montse, por su gran trabajo, aceptamos sin la menor duda...
Es cierto, en el Hotel, en algunas zonas sobre todo, estaban pasando cosas algo extrañas: en el pabellón del jardín, en el auditorio de la planta baja, en la despensa de las antiguas cocinas, y en la sala de reuniones de la segunda planta... Algunos de estos hechos aislados ya los conocíamos desde la reforma y puesta en marcha del hotel, bueno, mejor dicho, ya los conocían, puesto que yo no me incorporé hasta diez años después, y y iba siendo hora de ocuparnos de ellos...
Por supuesto, la implicación más evidente era que mis jornadas de trabajo se prolongaban demasiado, muchas veces los dos estaban durmiendo cuando yo llegaba a casa, y aunque resultase paradójico, teniendo en cuenta mi trabajo, casi no podía hablar con ella... Por desgracia, el periodo más oscuro de nuestra vida no había hecho otra cosa que comenzar...
Y pasó el quince de mayo, primer aniversario de la muerte de mi abuelo... Y llegó el primer cumpleaños de Luis, organizamos una fiesta en la guardería del Hotel, siempre bajo la atenta mirada de Agustina Golden y su equipo de domadores de fieras... Y aunque de puertas afuera nuestra vida era perfecta, y teníamos al alcance de la mano el éxito... eran demasiadas las cosas que estábamos perdiendo por el camino...
Por supuesto, la implicación más evidente era que mis jornadas de trabajo se prolongaban demasiado, muchas veces los dos estaban durmiendo cuando yo llegaba a casa, y aunque resultase paradójico, teniendo en cuenta mi trabajo, casi no podía hablar con ella... Por desgracia, el periodo más oscuro de nuestra vida no había hecho otra cosa que comenzar...
Y pasó el quince de mayo, primer aniversario de la muerte de mi abuelo... Y llegó el primer cumpleaños de Luis, organizamos una fiesta en la guardería del Hotel, siempre bajo la atenta mirada de Agustina Golden y su equipo de domadores de fieras... Y aunque de puertas afuera nuestra vida era perfecta, y teníamos al alcance de la mano el éxito... eran demasiadas las cosas que estábamos perdiendo por el camino...
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