jueves, 19 de mayo de 2011

51. LA NOCHE DE LOS CLAVELES ROJOS

Es algo que no puedo evitar: la nochevieja me entristece, quizás porque me la paso haciendo balance de aquellos sueños que he podido cumplir, y de los que he tenido que olvidar... Por si fuera poco, mi parte negativa y pesimista no paraba de recordarme que 1999 había sido, pese a todo, uno de los mejores de toda mi vida, porque lo había pasado con Yolanda, y con nuestro hijo. Había grandes ausencias, como la de Clotilde y la mi abuelo Luis, mas pese a todo, habíamos sido felices, el Hotel estaba consiguiendo sus objetivos para atraer a los empresarios y a los organizadores de eventos... Y sin embargo, estábamos deseando todos comprobar si era buena la idea de organizar una cena muy exclusiva, con baile de máscaras, y cotillón... para facilitar un poco el que las personas sin pareja pudieran disfrutar también de la velada, en un ambiente exclusivo, y con el mayor nivel de calidad posible. El evento lo anunciamos por los medios habituales, pero también a través de Internet, de nuestra propia "web" y del "carapocha"... La acogida fue muy buena, y casi el setenta por ciento de las entradas se vendieron en la primera semana.

Además, ofrecimos la posibilidad de dormir en el hotel... Por supuesto, había que llevar una máscara, y aquellas personas que estuvieran buscando un romance, un ligue o una relación, tenían que llevar, además, un clavel rojo en alguna parte de su persona (pelo, ojal, bolsillo de la camisa)... La cena sería similar a la de Nochebuena, pero incluyendo un amplísimo rango de entremeses, que se servirían en los salones adyacentes, con música en directo, un concurso de baile, y otras actividades organizadas por animadores profesionales, para que los invitados se fueran conociendo. El ambiente era agradable, con las actividades conseguimos romper el hielo, y para la hora de la cena, ya se habían formado unas cuarenta parejas. Por supuesto, aquella noche no estaban autorizados los niños...  El menú era sencillo, sabroso, planteado como el de la mejor de las bodas: marisco, carne, pescado, ensaladas, dulces, pero ligero, puesto que el resto de la velada estaba diseñado para la diversión.

Toda la actividad tenía lugar en el salón principal, que en verdad era el anfiteatro, donde se habían desmontado los asientos, y una empresa especializada en grandes eventos se encargó de prestar el apoyo logístico (sillas, mesas, mantelería y cubertería), pero en los tres salones adyacentes se habían creado ambientes proclives a la conversación, a disfutar de la compañía de los otros... y a relajarse. Entre el final de la cena (el último servicio fue retirado a las diez y media)  y las campanadas, la atmósfera se fue caldeando lentamente. La pequeña orquesta que había amenizado la velada se retiró a las once de la noche, y en ese momento se apagaron unos segundos las luces (más de uno... y de una... se aprovechó de la ocasión), para comenzar una sesión de lo que algunos llamarían "deep techno trance" como nunca antes se había escuchado den Málaga, incluyendo temas "chill out"... Con aquellos acordes, los bajos, los tonos muy graves, empezó a crearse un ambiente mágico...

Quedaban escasos minutos para la medianoche cuando un pelotón de camareros repartió las uvas a todo el mundo, y comenzó la cuenta atrás... En la gran pantalla de la sala de conferencias, y fuimos parte de los diez millones y pico de españoles que las siguieron en la primera, con el incombustible Ramón García. No hubo "efecto 2000", ni se terminó el mundo, ni se cayeron los aviones o se volvieron locas las computadoras... No pasó nada digno de ser recordado, salvo la extraña sensación de vivir entre dos mundos... Hubo muchos besos entre perfectos desconocidos, muchos abrazos, apretones de manos y buenos propósitos... Por la especial ubicación de nuestro hotel, y las extraordinarias técnicas de aislamiento térmico y acústico empleadas, la fiesta se prolongó hasta la madrugada, aunque muchas parejas, nuevas o recién formadas, se retiraron a las habitaciones... mientras que otros aguantaron hasta las seis de la madrugada, cuando se despidió la música, con el más puro sonido del "Café del Mar"...

¿El balance económico del evento? Obtuvimos beneficios, más que suficientes, para compensar los gastos extras realizados en cuando a personal de barra, cocineros, camareros, seguridad, guardarropía. La ocupación de las habitaciones superó el setenta y seis por ciento (el año anterior apenas si llegó al , lo que no está mal para una iniciativa como la nuestra: algo que ya era tradición en Madrid, comenzó a implantarse en Málaga... Es cierto, surgieron muchas parejas, el "pack de bienvenida" que incluimos en todas las habitaciones dobles (un pequeño neceser de viaje, con dos cepillos de dientes, pasta y una caja pequeña de preservativos de marca, personalizados con una pegatina del hotel) fue bien recibido, y de manera excepcional se prolongó la salida de las habitaciones hasta las dos de la tarde... Yolanda y yo nos quedamos un poquito menos... Salimos del Hotel después de haber pasado la mitad de la noche en vela, y la otra, en el jacuzzi (teníamos una "junior suite") y celebrando, de la mejor manera, el comienzo del año... amándonos... y si es cierto que la forma en que empiezas el año es la misma que lo terminarás, nuestros pronósticos eran bastante buenos...

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