miércoles, 4 de mayo de 2011

41. AQUÉL DÍA DE MARZO...

Amanece, como todos los días, pero con muchas menos horas de sueño de lo recomendable, y ni siquiera la ducha de agua helada consigue despejar las brumas del agotamiento... Como todas las mañanas, me pongo el traje, la chupa de la moto, agarro la mochila y me voy al trabajo... Estoy un poco nervioso, porque será una de las primeras mañanas en las que Yolanda se queda sola en casa, aunque ha prometido "portarse bien" y no hacer grandes esfuerzos... Tiene todos los teléfonos de urgencia memorizados en el móvil, y me comentado que piensa quedarse toda la mañana en el sillón de orejas, con los pies sobre el "puf", y leyendo el segundo volumen de "La Torre Oscura", que de momento no le está gustando mucho... Allí la dejo, por supuesto, con un gran besos...

Llego al parking del hotel a las nueve en punto de la mañana, y subo a la recepción. Allí me encuentro con Nerea, la becaria, en un evidente estado de nerviosismo, me dice: "Elías, el señor Ramírez Arellano le está esperando en el la salita de reuniones de la primera planta". Al principio, no recuerdo su vinculación conmigo... pero luego, caigo en la cuenta: es el "head-hunter" de la empresa, que me estaba entrevistando el nueve de marzo, cuando Yolanda tuvo el desprendimiento parcial de la placenta, tuve que abandonar la reunión sin fijar una nueva cita. Además, con los tres días por intervención de un familiar, tampoco se me ocurrió llamarle para fijar una nueva cita... Y ahora, que estuviera esperándome minutos antes de mi jornada laboral en la salita no era la mejor de las señales...

Prudente, llamé a la puerta, y una voz conocida, la del señor Gómez Losa, el Director Ejecutivo, me respondió: "Adelante, señor Rodríguez, tome asiento, le estábamos esperando..." Durante los tres años que llevaba trabajando en la Recepción, solo había intercambiado algunas palabras con este caballero, muchas de ellas en el ascensor, y desde luego, no en un marco tan formal como éste. Ellos se sentaron de nuevo alrededor de la mesa redonda, y yo ocupé el tercero. Había una cafetera, una jarrita de leche, algunas pastas, el azucarero, tres cucharillas y tres servilletas, además de las imprescindibles botellas de agua. Resultaba muy posible que la reunión fuera confidencial, y que en ella se tratasen temas importantes para mi futuro en la empresa... Lo reconozco, siempre he sido bastante pesimista, y al verlos allí, empecé a preocuparme...

Sin embargo, al cabo de diez minutos, comprendí que estaba equivocado: por lo visto, habían estado siguiendo mi trayectoria en el hotel, las relaciones con los proveedores, la experiencia en la organización de eventos y los cursos de formación complementaria que estuve haciendo dentro y fuera de la empresa, es decir las típicas cosas que un ratón de biblioteca disfruta haciendo cuando libra... y todos estos datos les habían predispuesto favorablemente para considerar mi candidatura para un nuevo puesto en el hotel. "Pero fue su reacción del día nueve, cuando lo dejó todo, absolutamente todo, tirado para acudir al lado de su mujer, y no separarse de ella mientras duró el internamiento, lo que nos confirmó lo correcto de nuestra decisión", comentó el señor Gómez Losa.

"Para este puesto de nueva creación, el Director de Comunicación, no bastaba solamente con tener experiencia en el trato con el público y demás entes oficiales, también era necesario saber priorizar, distinguir lo accesorio de lo importante... Y en su caso, la situación de su mujer era básica: aquél fue el factor decisivo. Le ruego que le presente mis respetos a su esposa, Yolanda. Dispone usted del resto de la semana, para ir familiarizándose con los demás departamentos, contactar con los directores, y efectuar un tanteo con los medios. Una vez más, felicidades por su ascenso."

El resto de la semana, incluyendo el sábado (afortunadamente, no teníamos bodas previstas aquella quincena), lo dediqué a repasar mis temarios del Magister Universitario en Comunicación Corporativa y poner en marcha los primeros mecanismos que, para el sexto día del mes de abril, deberían permitirme tener una idea lo bastante cercana sobre la situación del Hotel, sus relaciones con la competencia, las estrategias implementadas por ellos... y, por supuesto, las estrategias pasadas y presentes en relación con los medios... y con las instituciones...

Aquella noche, y por primera vez desde el susto, Yolanda y yo nos fuimos a cenar a nuestra Pizzería favorita, a la que pudimos llegar caminando... La cena fue perfecta, aunque cambiamos el "Lambrusco frizzante" por agua mineral... La pizza "monte e mare" y la ensalada de tomate, mozzarela y anchoas eran perfectas... Mis aspiraciones profesionales se estaban cumpliendo lentamente... Y lo más importante, mi amada Yolanda estaba a mi lado... La brisa nocturna hacía titilar la luz de las velas, sus ojos brillaban con fuerza... generando una magia tan antigua y tan poderosa, que el resto del mundo desaparecía... Cogí sus manos, y las besé, sintiéndome, por primera vez en muchos días, completo...

Me gustaría poder decirte que aquella noche nos amamos, en la habitación azul pitufo... pero no fue así... Nos quedamos dormidos, piel contra piel, alma con alma...

No hay comentarios:

Publicar un comentario