martes, 31 de mayo de 2011

63. EL ATAJO DEL SAMURAI


Aquellos cuatro meses fueron, sin ningún género de duda, los más estresantes de toda mi vida, hasta el punto de olvidarme prácticamente del cumpleaños de mi mujer el 10 de enero (Watanabe me lo recordó la víspera, y tuve que salir corriendo hasta el Corte Inglés... bueno, mejor dicho, zumbando con la Harley, para comprarle un regalo en condiciones... mejor dicho, fueron dos: uno público, y otro privado... los dos fueron muy bien acogidos...



No es fácil para una mujer cumplir treinta y un años, da mucho miedo abandonar de manera definitiva la veintena... Pero al menos, Yolanda tenía muchas cosas buenas que celebrar, y no compartía mi fobia a la edad. Aquella noche, fui a recogerla con la moto, y nos fuimos a cenar a nuestra vieja pizzería... Nada había cambiado, salvo algunas de las camareras, y quizás el chef, porque la comida estaba riquísima, sobre todo la "pizza calzone", y la ensalada de mozarela con tomate y albahaca, exquisita. Allí, en la relativa intimidad del local, le di su regalo público: una finísima gargantilla con tres tipos de oro, y unos pequeños pendientes a juego... Y el más privado consistía en una estancia de dos noches en un complejo termal de lujo, para aquél mismo fin de semana, pues Catalina ya se había ofrecido a hacernos de canguro... y Kenji Watanabe se encargaría de supervisar la cena de la "Asociación de Dentistas" que teníamos previsto para la noche del sábado... No hace falta decir que fue un éxito absoluto, pues al margen de cuidar hasta el mínimo detalle en el Salón Principal y reforzar el servicio de cocina con dos de los mejores chefs de Marbella, también se recurrió al humor en los obsequios: una bolsa de chuches como las de los niños en sus comuniones, y un práctico neceser de higiene dental, enviado desde Japón, con una muestra de nuevos productos.



En cuanto a Yolanda y a mí, llegamos al complejo "Las termas del Olimpo" al filo de las ocho de la tarde, tuvimos tiempo de registrarnos y dejar nuestras maletas en la habitación (parece mentira la cantidad de cosas que se pueden "necesitar" para dos noches y tres días, sobre todo cuando te vas a pasar la mayor parte del tiempo en bañador), nos pusimos los trajes de baño y los albornoces, y comenzamos la visita guiada.



 Lo más sorprendente era la variedad de luces, ambientes, piscinas, chorros, circuitos... Todo estaba construido con azulejos blancos de la máxima calidad, los suelos eran antideslizantes, unos potentes filtros garantizaban la calidad del agua en todas las piscinas... Solamente nos relajamos, hablamos, no hubo masajes ni nada por el estilo... A las nueve y media, una ducha en la habitación, y un cambio de ropa, para estar cómodos, y bajamos al comedor...



La experiencia fue maravillosa, una sinfonía de sabores y colores únicos por separado, pero inigualables si se mezclaban, como dirían en "Ratatouille". Procuramos cenar ligero, pero al acercarnos al expositor de los postres... decidimos saltarnos la dieta... Las siguientes cuarenta y ocho horas se convirtieron en una de las mejores experiencias de los últimos años (y de los próximos cuatro meses, aunque aquello lo ignoraba)... Quizás fuera por el descanso, el calor, los masajes, la comida, pero también tuvimos algunas de las mejores experiencias sexuales de toda nuestra vida... El domingo por la noche, volvimos a Málaga (aunque el balneario estaba situado a menos de veinte kilómetros de la calle Larios, era como volver de otro mundo), y me encontré en el contestador un mensaje de Watanabe: "Comenzamos mañana a las ocho en su despacho... y recuerde esta cita: Disciplina quiere decir organización, cadena de mando y logística”.



En aquél momento no lo comprendí... pero me estaba dando la bienvenida al infierno. El lunes 8 le habían transmitido desde la sede de la empresa en Hiroshima la orden de intensificar mis sesiones del idioma japonés, incluyendo también nociones sobre sintoísmo, el código de los samuráis, y determinados aspectos sobre la etiqueta en grandes eventos y en celebraciones privadas. Habían estado analizando mis progresos con Ayako Wada, en la actualidad ascendida al departamento de relaciones con España y felizmente casada, y habían decidido que podría servir, igual que el señor Watanabe, como enlace para las diversas comisiones y representaciones de nuestra empresa y de sus filiales. Por supuesto, estaría siempre respaldado por un traductor en caso de necesidad... pero en principio debería ser capaz de entenderme con los inversores y socios.

        

Si antes me parecía complicado el coordinar mis tareas como DirCom, con el aprendizaje del japonés y de las nuevas tácticas empresariales (al menos, nuevas para mí, pues eran las que utilizaban los DirCom en la central)... de repente, me encontraba metido en un "Programa intensivo de fortalecimiento del cuerpo y de la mente", cuyas sesiones, intensivas, comenzaban en el salón de actos principal del Hotel, con unas sesiones de manejo de las katanas de madera... y que empezaban a las seis y media de la mañana...



El señor Watanabe estaba convencido de que me sería de gran utilidad, en un futuro inmediato, el comprender aunque fuera los movimientos básicos del "Kendo" De dónde sacó, en mi ciudad, dos equipamientos completos (menos el manual de instrucciones), en la semana después de reyes, es algo que ignoro, pero lo hizo. Por desgracia, el fabricante o el importador se habían olvidado de incluir el manual de instrucciones...



Los primeros cuatro días, pensé en más de una ocasión que me partía los brazos o las piernas por la fuerza de sus golpes y por la aparente debilidad de su estado (recuerden, igual que Pat Norita, hasta la misma calva)... pero el quinto... me dejó KO con un golpe tan fuerte en el casco, que casi me parte la cabeza... Después de cada combate, pasábamos un rato en la sauna y en dos de las piscinas del circuito termal; os aseguro que no tiene un átomo de grasa... Y luego, un enérgico desayuno, donde ya empezábamos a hablar en japonés, idioma que no dejábamos nada más que en las reuniones con el resto del equipo directivo. Juntos, se diseñaban, mediante videoconferencia numerosas estrategias para los otros siete hoteles de la corporación en España: uno de nueva construcción en Santander, otro en Bilbao y un tercero en Mallorca, al margen de los ya existentes. Como poco, teníamos que viajar dos veces por semana, para supervisar con el equipo de arquitectos "in situ" que se respetase la gama cromática, incluso revisar ocasionalmente los planos, que de todas formas habían sido realizados por arquitectos japoneses, imbuidos del espíritu corporativo...



En uno de aquellos trayectos desde Bilbao a Málaga, le pregunté por qué estaban tomándose tantas molestias para respetar el cromatismo, y generar en todas las instalaciones, incluso en las nuestras, donde estaba previsto el cierre de una planta el mes de noviembre... Y él, tan críptico como siempre, me respondió: "La respuesta está en tu pregunta..." Escasos minutos después, le respondí: "Imagen de marca: potenciar nuestra relación con las grandes empresas, que buscan unos hoteles adecuados, para sus congresos, o bien como centros cómodos en los que seguir trabajando"... Su respuesta fue un lacónico "Hai..." "Sin embargo, le respondí, todavía quedan amplias zonas de territorio sin cubrir, y tal vez sea una apuesta arriesgada...", le respondí... Aunque al final, me dijo: "Triunfan aquellos que saben cuándo luchar y cuándo no."... Al preguntarle por qué estábamos siguiendo “el atajo del samurái”, me dijo: “No tener tiempo para el camino entero…”



Después de cada uno de aquellos viajes, y de cada jornada de estudio, actividades deportivas, cultivo de mi bonsái y un nuevo repaso de las máximas de Sun Tzu y de Hagakure, al filo de las ocho y media de la noche, volvía a casa, agotado, rendido... pero con unas tremendas ganas de estar otra vez con los dos pilares de mi existencia: Yolanda y Luis...

lunes, 30 de mayo de 2011

62. TÁCTICAS Y ESTRATEGIAS

A pesar de los años que han pasado, y que en estos momentos a Luis le dé mucha vergüenza que su primera palabra fuera "POPÓ"... yo sigo pensando que se trató de uno del os mejores regalos que me ha hecho en toda la vida... El haber contribuido a criar a dos hijos que ya son bastante mayores no quiere decir, ni en lo más mínimo, que yo le haya perdido el asco a cambiar pañales, o a limpiar culos de bebés... ¡Si para sacar de paseo a mis dos galgos adoptados, "Athos" y "Dartacán", me pongo guantes de látex, uso una pala con bolsa/funda desechable... y procuro no mirar! Es cierto que están acostumbrados a usar su arenero exterior en la parcela, pero también están en su derecho de esparcirse un poco en la naturaleza, o de aprovecharse de aquellas carreras por la playa a primera hora...

Pero mejor volvamos a aquellos primeros días del 2001, con mi madre y mi hermana recién vueltas a Madrid, y yo, pendiente de mi nuevo profesor de japonés, el señor Kenji Watanabe quien, tal y como yo pensaba, había sido nombrado director de marketing, había llegado de Japón hace dos semanas, y por lo que pude ver, no había dudado en utilizar unas credenciales falsas para explorar nuestro hotel de incógnito... y pasar varias noches en los de nuestra competencia más directa, como el "Incosol", el "Hotel Vincci Posada del Patio" y el "Hotel Torrequebrada". Cualquier otra persona, sobre todo considerando que los dos nos encontrábamos al mismo nivel decisorio, podría haberse sentido ofendida por el análisis comparativo de debilidades y fortalezas de los cuatro establecimientos, pero sobre todo por las del nuestro, como la insonorización en las dos salas de juntas laterales de cada piso, que ya estábamos estudiando; o la necesidad de recipientes adecuados para los pañales en la guardería, sin olvidar que hacía falta más personal a la hora del desayuno para limpiar los pasillos y retirar las bandejas y carritos.

Pero me resultaba completamente imposible enfadarme con él, puesto que era un clon de Pat Norita... Y por supuesto, él era consciente, ya que sus primeras palabras fueron "Dar cera, ¡hai! Pulir cera, ¡Hai!"... que me hizo reírme a carcajadas...  También se había traído una colección de bonsais, además de cuatro katanas que se hizo enviar por mensajería desde Japón. La "presentación oficial" en mi despacho fue el viernes cinco de enero, y por un momento temí que empezásemos a trabajar el día de reyes, pero en ese aspecto, también fue muy claro: hasta el día ocho no empezaríamos a mandar "espías" a la competencia, para comprobar, al menos en primera instancia, cómo afrontaban ellos nuestros problemas más comunes. Por supuesto, este tipo de prácticas, que en Japón eran algo habitual, en España frisaban el delito... pero mientras no pretendiéramos averiguar la receta del sandwich de queso del "Hotel los Monteros" (por cierto, la conseguimos un par de semanas después), no había ningún mal...

El credo del señor Watanabe parecía ser: "Si hay que hacerlo, se hace...", y lo aplicaba a todos los campos, de la vida privada, y de la profesional. Durante su estancia, nunca se marchó del Hotel Imperial: solicitó ocupar una de las habitaciones de la cuarta planta, la ubicada en la esquina sur, algo más amplia que las demás, pero sin duda alguna, menos cómoda que una de las "Junior suite" a las que tenía derecho según las oficinas centrales de Japón. Lector incansable, solicitó que se le permitiera instalar un juego de estanterías de madera, a su coste, y una cómoda "chaise longue", además de un lector de dvd´s y un ordenador con CPU, conectado a la de su despacho. era vegetariano, pero moderado: de vez en cuando se tomaba su ración de "pescaíto", o unos huevos fritos con patatas. Y no probaba el alcohol, salvo el sorbete de cava y limón, o la copa de cava para brindar. No ponía problema en que el servicio de limpieza accediera a su habitación, siempre y cuando entrasen entre las once y las doce de la mañana. De todas aquellas cosas me fue informando Kenji Watanabe, matizando bien que "eran pertinentes para el trabajo", como que su mujer había muerto hace diez años, y que tenía un hijo, Satori, estudiando en la facultad de Hokkaido.

"Y ahora, empecemos con usted: se llama Ismael Rodríguez Márquez, estudió en un colegio privado, y luego en una facultad privada, donde terminó los estudios de periodismo. Las relaciones con su padre siempre han sido tensas, pero al fallecer hace unos meses, no dudó en hacer todo el viaje en moto. Su relación con su abuelo era mucho mejor. Su primera novia conocida fue Claudia compañera del instituto y que acaba de ser mamá hace dos días; gracias a su prima Esther, de quien medio se enamoró en Madrid, vino a Málaga... donde conoció a Yolanda, su mujer. Las relaciones con sus suegros son excelentes, igual que con sus hermanos políticos. Le apasionan la lectura, el cine, la escritura y las armas blancas, de las que tiene una buena colección en una de las habitaciones del desván. Una de sus mayores ambiciones ha sido el conseguir una auténtica katana samurai de las utilizadas durante la segunda guerra mundial en la Guerra del Pacífico... ¿sorprendido por la información que se puede sacar de una persona, hablando y escuchando de forma adecuada? No olvidemos que la gestión de la información es poder: eso es precisamente lo que debemos hacer, para relanzar la cadena de hoteles, implementar nuevas formas y canales de comunicación, y de ese modo especializarnos en el turismo de negocios y de congresos de alto nivel. Por cierto, encima de su mesa encontrará su regalo de reyes, con su certificado de autenticidad. Si me necesita para algo, ya sabe dónde encontrarme... pues debo ocuparme de mis bonsais, que han sufrido bastante por el cambio de ambiente... Aunque no estaría de más que fuéramos preparando un estudio personalizado de nuestros empleados, para conocer sus fortalezas y debilidades..." Y, dicho esto, cerró suavemente la puerta...

Y allí estaba yo, delante de la puerta de una persona que me había definido en pocas palabras, salvo la relación tirante con mi madre y con mi hermana; que se había metido en mi campo de actuación con las investigaciones realizadas por su cuenta y riesgo, obteniendo excelentes resultados... Es cierto que todavía no había entrado en mi despacho en toda la mañana, por lo que al abrir la puerta y encontrarme con lo que a odas luces parecía ser un genuino estuche para katana, envuelto en papel de regalo, me quedé boquiabierto. El cuero estaba ajado, en algunas partes ligeramente cuarteado, y al abrirlo, me encontré con una reluciente impresionante katana de mango y saya negro, y empuñadura de marfil con forma de dragón. Como pude comprobar al desenfundarla y empuñarla, estaba perfectamente equilibrada. Junto a ella, en un pequeño sobre, encontré el certificado de autenticidad, donde se estipulaba que había pertenecido al capitán Senji Tokanaka, caído en la batalla de Okinawa. Junto al arma encontré un libro de mantenimiento en japonés, y una tarjeta, donde Kenji Watanabe indicaba: "esta es su primera tarea para mañana: traducir los textos del primer capítulo e iniciar el re-equilibrado de la empuñadura." algo me decía que no iba a ser precisamente una tarea sencilla... Sobre todo porque me daba un poco de miedo llevarme de momento el arma a casa, para andar trayéndola y llevándola en la moto...

Hasta bien pasada la medianoche no volví a casa, contento con el trabajo realizado... pero al mismo tiempo, como un alumno el segundo día de clase, cuando todavía no ha conseguido conocer al nuevo profesor...

61. NOCHEBUENA, NOCHEVIEJA.... Y POPÓ...

Una vez más, celebramos las fiestas de nochebuena y nochevieja en el Hotel. Fue un gran éxito de público y de afluencia, incluyendo música en vivo, dj´s, pero siempre tratando en lo posible de no molestar a los vecinos con las carpas exteriores, que se pusieron en marcha para el cotillón. También incrementamos la seguridad privada, con vigilantes de incógnito, para evitar problemas con los carteristas... Y ofrecimos la posibilidad de unas celebraciones más exclusivas en el circuito de spas, piscinas termales y masajes... terminando la velada en una de las minisuites por cada pareja... Es cierto, salía bastante caro... pero las ofertas se cubrieron casi el mismo día del anuncio...

Mi madre y mi hermana se vinieron a pasar unos días con nosotros, para olvidar un poco las dos pérdidas tan recientes... Llegaron en avión el sábado veintitrés de diciembre, y en teoría el martes dos de enero volverían a su casa...

Fue entonces, un par de días después de nochebuena, cuando les leí la carta de mi padre, delante de la chimenea... La reacción de mi madre fue de incredulidad, y mi hermana rompió a llorar. Luis, por solidaridad, también lloró... y terminamos allí, todos, sentados en el sofá del salón, con una llantina impresionante...

Luego, por supuesto, comenzó la etapa de "lo bueno que era papá", los "excelentes recuerdos que había dejado", los años de "agradable matrimonio", su "gran valía para la investigación"... Por supuesto, lo último era indiscutible, pero tuve que realizar auténticos esfuerzos de memoria y autocontrol, para encontrar aquellos tan cacareados buenos recuerdos... Sí, me vinieron a la mente el viaje a Nueva York y a Walt Disney World en 1981, cuando mi hermana y yo nos turnábamos para dormir en el suelo de la parte de atrás del coche... También era inolvidable su cara, se ponía verde cada vez que subíamos en una de las montañas rusas... Luego el viaje a París, cuando mi madre se quedó con mi abuelo en la plaza, mientras que nosotros estábamos utilizando los tejados de plomo de la torre como trampolín, y mi padre lo filmaba todo, riéndose... "Pedro y el lobo", escucharlo juntos en la sala de espera, y que nos explicase todo... El marathón de "Mad Max", que vimos en el típico cine de barrio que luego fue derribado... Pero no recuerdo abrazos, ni muchos besos, ni cuentos... y las actividades que realizábamos eran siempre las que él proponía...

Mi madre y mi hermana se retiraron a sus habitaciones, y Yolanda, con Luis en su regazo, y yo nos quedamos mirando las llamas en la chimenea... ¿Qué tendrá el fuego domesticado, que nos llama tanto la atención? Los colores, las formas, esa cacofonía de amarillos, rojos, naranjas, hacen que nos olvidemos de todo... Para mí, lo único importante era que tenía entre mis brazos a las dos personas que más amaba en este mundo...

Fueron unos días extraños, supongo que cada uno de nosotros llevaba el duelo lo mejor que sabía: mi madre se levantaba muchas veces al alba, y recorría un corto trecho hasta llegar a la playa, con su sillita plegable... Hacía bastante frío aquellos días, por eso iba bien abrigada, con su chándal, el forro polar, de vez en cuando un gorro, y en una bolsa de lona, llevaba un libro (se trajo la serie completa de "Los episodios nacionales" de Benito Pérez Galdós), y varias madejas de lana, para hacerle bufandas y ropitas a Luis. Allí se pasaba casi toda la mañana, luego, comíamos todos juntos (yo me pedí aquella semana de vacaciones, después de haber dejado todo listo con los otros departamentos del hotel), luego se acostaba para una siesta de una hora, y por la tarde se pasaba casi todo el tiempo con Luis, leyéndole cuentos... No parecía tener intención de salir de casa, recorrer el barrio, y mucho menos de conocer la ciudad... Era como si viviera al margen del mundo... A mi hermana le había dado por estudiar un nuevo curso a distancia de especialización, y se había conectado a nuestra red de ADSL... Solo un día se molestó en bajar hasta la playa...

Por suerte, Julián y Catalina vinieron al rescate, proponiendo una excursión a lo más típico: la Alcazaba, el Castillo de Gibralfaro, la Catedral y el Museo Catedralicio y el Teatro Romano... Creo que solo se animaron con la Catedral, quizás por el ambiente, que les recordaba otros momentos de su vida, más "felices". Antes de ir al Teatro Romano, hicimos una escala en la Calle Larios para comer. Todo el día nos movimos con el monovolumen de mis suegros, y yo tampoco tenía muchas ganas de conducir... En conjunto, fue un buen día... En nochevieja, mis suegros vinieron a casa, con Borja y David, y sus novias (sorprendentemente, las mismas que el año anterior (¿se les estaría pasando la etapa de "cabezas huecas"?), y también el novio de mi hermana, quien se había escapado de Madrid unos días. Él también estaba terminando su tesis, sobre los yacimientos iberos en la zona de Gandía, pero se ganaba la vida como teleoperador a tiempo parcial en una empresa de seguros... Volvimos  a ver "¡Qué bello es vivir!" mientras esperábamos las campanadas, y luego mandamos a los "jóvenes" a la tremenda fiesta que estaban organizando los vecinos, concretamente... Borja... quien ya tenía amueblada en parte la casa, pero solo para "eventos sociales de máxima trascendencia"... Mi madre se quedó haciendo punto cerca de la chimenea... y Yolanda y yo empezamos el año como más nos gustaba: con un largo y relajante baño en el jacuzzi, un masaje estimulante con aceites esenciales, y haciendo el amor muy lentamente... ¿Se le ocurre a alguien una mejor manera de celebrar el Año Nuevo? A nosotros, desde luego, no...

Sobre las seis de la madrugada volvieron a casa mi hermana, su novio y mis suegros, quienes se repartieron por las habitaciones de invitados: siempre era más prudente quedarse en nuestra casa, que conducir de regreso a Málaga una noche como aquella. Sabiendo que todos estábamos a salvo, nos dormimos otra vez. El día dos de enero de 2001, mi madre y mi hermana volvieron a Madrid, no sin antes llevarse una copia de los poderes firmados, para que actuasen en mi nombre en lo referente al testamento de mi padre, la presunta herencia de los bisabuelos, las gestiones que habían realizado mis tíos abuelos durante aquellos años, y por supuesto delegando en nuestros abogados de Málaga y de Madrid todas las acciones necesarias. Tarde, demasiado tarde, comenzábamos a restañar viejas heridas...

El día tres de enero, Luis me hizo el mejor de los regalos... Dijo una sola palabra: "POPÓ"... y se fue corriendo al orinal... Lástima que se olvidase de bajarse los pantalones y de quitarse los pañales... Pero lo que cuenta es la intención, verdad? Solo de pensar que se estaban terminando los pañales, me sentía el hombre más feliz del mundo...

60. QUERIDO ISMAEL

El viernes por la mañana, cogí de nuevo la moto: había pasado varios días con el "Smart", porque el tiempo era demasiado frío para sacar de paseo a Luis... Y fue entonces, al revisar los bolsillos, cuando encontré el "pen drive" que me había facilitado Almudena, la secretaria de mi padre. A pesar de mi curiosidad sobre su contenido, tuve que esperar hasta la tarde, alrededor de las cinco para, una vez terminadas mis tareas, enchufarlo al puerto USB de mi ordenador...

Había un poco de todo: listas de libros por leer, apuntes sobre alguna exposición que le había gustado mucho, incluso los planes de un viaje a París, que le hubiera gustado realizar con mi madre en primavera... Y luego, una carpeta de archivos, con mi nombre, que estaba protegida mediante una contraseña... Tecleé la que me había facilitado Almudena, "ismaelyyolanda", y me encontré con varios documentos: una copia de su testamento actualizado, instrucciones detalladas para el abogado de la familia, para llegar a un acuerdo con los otros herederos y solucionar una herencia que se remontaba a mis bisabuelos (como en "Casa Desolada", de Charles Dickens), explicaciones bastante detalladas sobre lo que debía hacerse con sus cosas... y luego, una carta, escrita dos semanas antes de su muerte...

"Querido Ismael... Antes que nada, me gustaría pedirte perdón, por todos los malos recuerdos que todavía es posible que conserves de tu infancia... Además de Escorpio, soy una persona de carácter muy temperamental, me sulfuro con facilidad, y sé que mis ataques de rabia son temibles... Muchas veces me he planteado por qué tu madre seguía conmigo, cuando le sobraba dinero, y tenía su casa propia en Canillejas... En demasiadas ocasiones he temido volver, y encontrarme una nota en la puerta, en la que me dijera que se había terminado todo entre nosotros...

Mi mayor problema, al menos uno de los principales, ha sido mi incapacidad de dar muestras de cariño. Podría achacarlo a mi infancia, que de sobra sabes que no ha sido fácil, a la escasez de refuerzos positivos, mas en el fondo, todo se resume a que tampoco he recibido auténtico cariño hasta que conocí a tu madre y a tus abuelos. De todas formas, tengo miedo de haberte transmitido esa incapacidad... y espero que Yolanda y mi nieto te ayuden a compensarlo...

Es cierto, Yolanda me gustó desde el primer momento, pensé que era una chica inteligente, luchadora, que sabía escuchar, capaz de amarte, y de hacer cualquier sacrificio por ti... y, sin embargo, jamás se lo he dicho... Igual que nunca te he dicho que te quiero, y que estoy orgulloso de ti, de lo que has ido consiguiendo en la vida, de la manera en que no te has rendido a la hora de perseguir tus sueños (aunque ha sido Yolanda quien te ha dado fuerzas).

Al principio, me avergonzaba de ti, Ismael, por dejar el periodismo, para trabajar en la recepción de un Hotel, por muy Imperial que fuera: estabas tirando a la basura tantos años de formación, de sacrificios, para terminar detrás de un mostrador... Pero me demostraste, una vez más, que estaba equivocado, al seguir formándote, al apostar por tí mismo y por tu carrera, y avanzar lento pero seguro hacia la meta que te habías marcado: ser el Director de Comunicación del Hotel, y supongo que luego lo intentarás con las filiales en España...

Un consejo; no olvides jamás que eres parte de un equipo, de un grupo de personas que trabajan a tu lado, y que el secreto de cualquier éxito es conocer bien a tus colaboradores... y mejor aún a tus enemigos, porque los tendrás...

Hace un par de meses, me detectaron un tumor de grado III en la lengua, yo sabía de sobra que podía ser maligno, pero como también tengo otros achaques de salud, no tiene mucho sentido preocuparse, ¿verdad? Con las cardioversiones eléctricas y químicas que me han realizado en los últimos años, tengo bastante asumida mi propia mortalidad...

Lo que más lamento, es el no formar apenas parte de tu vida... En los últimos años, nos hemos visto cuatro veces... No se trata de una recriminación, Ismael, sino de un hecho consumado y mensurable: vuestra boda, el bautizo, aquella semana que pasamos en la casa de tus suegros en Benalmádena, y la última, hace un par de meses, cuando nos invitasteis al chalé que os había "regalado" vuestro suegro... Creo que lo que tuve fue mucha envidia de no poder ayudaros como él... Por cierto, investigué en los registros de la propiedad, y los terrenos siempre fueron de su familia, como poco, desde 1902...

Ahora mismo, lo que más lamento es no formar parte de vuestras vidas, para decirle a Yolanda que la admiro, por lo que está consiguiendo tanto en su trabajo de "head hunter" como por los servicios de consultoría... o bien a tí, Ismael, que lo estás haciendo bien, no bajes la guardia, y estrecha los lazos con la familia, pues al final, son los únicos importantes; y no permitas que tu trabajo te aleje demasiado de tu mujer y de tu hijo...

Me hubiera gustado poder estar más tiempo con mi nieto, Luis, haberle cogido en brazos más veces... No cometas los mismos errores que yo, hijo mío. No te pases de severo, ayúdale a encontrar su propio camino, escúchale, cógele en brazos como hacía contigo el abuelo, malcríale si lo deseas, pero no mucho... En definitiva, trátale como te hubiera gustado que yo te tratase a ti... Y procura ser moderadamente feliz... 

Muchos besos y abrazos de tu padre, que te quiere..."

No había más contenido en el lapicito, al margen de unas cuantas fotos mías con Yolanda y con Luis... Pero también una selección de fotografías, escaneadas, de mi infancia: algunos viajes, vacaciones, cumpleaños, lugares que no recordaba... Una vez más, tuve que dar las gracias por estar solo en el despacho, y por que fueran casi las ocho de la tarde... Puesto que en aquél momento, permití que las lágrimas salieran a borbotones, mientras releía por enésima vez la carta... ¿Acaso intuyó la proximidad de su muerte?¿O quería acercarse de nuevo a nosotros?

En el fondo, se trataba de un mensaje desde la tumba, de la última voluntad de mi padre... Para tranquilizarme y recobrar la calma, estuve un rato meditando, tal y como me había enseñado Ayako Wada, y sobre las diez de la noche, entraba en casa, con una carpeta de hojas impresas, que al día siguiente le enseñaría a Yolanda...  Pero lo que más necesitaba, en aquél momento, era hacer el amor con ella...

domingo, 29 de mayo de 2011

59. LA CEREMONIA DEL TE

No recuerdo nada o casi nada de ambos viajes en moto... Es cierto, podría haber cogido el tren, o el autobús a la mañana siguiente, pero necesitaba pensar en demasiadas cosas, y estar solo... Habían sido muchos cambios, demasiados, durante los últimos seis meses, y entre la música, el grave zumbido del motor, la extraña canción de las ruedas y del viento incluso a pesar del casco, conseguí olvidarme de todo, y al mismo tiempo, intentar arreglar las cosas entre Yolanda y yo...

No sé, quizás nuestra amiga Verónica lo habría definido como "envidia por el éxito profesional" o bien "complejo de mujer abandonada", y ambos conceptos serían adecuados... pero había un tercer factor a tener en cuenta: los celos... Y no celos del aire, precisamente, sino de mi colega Ayako Wada, la directora de marketing del Hotel Imperial. Desde la visita de "Hatori Hanzo", nunca pasaba mucho tiempo en casa, puesto que nos encargó a los dos "asegurarnos de la puesta en marcha de medidas similares de selección de clientes, vinculación con eventos actuales o futuros, y firmar acuerdos con hoteles de similar categoría a los que poder derivar las reservas ordinarias en las demás ciudades españolas donde estaba presente el grupo, implementando también los canales y vínculos de comunicación necesarios"... y pasando por encima de otros directivos más antiguos en el Hotel, a quienes no me quedaba más remedio que ir convenciendo de la importancia del trabajo en equipo.

¿El resultado de esta "nueva vida"? Cada semana pasaba menos tiempo en casa, incluso en Málaga, aunque procurábamos agrupar los viajes de lunes a jueves, para estar al menos de viernes a domingo con la familia. Es cierto, no teníamos que salir de viaje todas las semanas, como poco, un par de veces al mes, compartiendo experiencias con otros equipos de trabajo, creando ofertas especiales, adaptando las instalaciones a los nuevos usos... Y por supuesto, las videoconferencias semanales con "Hatori Hanzo" (nunca llegué a conocer su verdadero nombre), al final de una de ellas, me aconsejó que aprendiera japonés, lo antes posible, por si  aparecían ocasiones de promoción dentro del grupo, insistiendo en que aprovechase las excelentes capacidades de Ayako Wada...

Por lo tanto, incluso las semanas que no debíamos organizar o realizar ningún viaje o encuentro, Ayako y yo pasábamos muchas horas del día juntos, y comenzamos las clases la primera semana de agosto. Nunca he tenido problema con las lenguas, y estaba decidido a que esta vez no fuera un inconveniente el que fuera algo tan distinto de mi cultura... además, siempre me había gustado Akira Kurosawa, y en varias ocasiones había visto sus películas en versión original... Por supuesto, estaba equivocado, por lo que nos centramos en el japonés comercial y de negocios, empezando por la comprensión y estudio de algunas frases de cortesía... Nuestras clases se prolongaban de dos a tres horas, en octubre ya tenía bastantes nociones adquiridas, y ya dábamos dos clases a la semana, además de hablar en japonés durante nuestros viajes...

Con anterioridad, durante aquella estancia en Bournemouth (Inglaterra), había conocido estudiantes japonesas, y me había incorporado a un grupo de estudiantes sin muchos problemas... Por supuesto, ahora la situación era bastante distinta: estaba trabajando codo a codo con una de las mujeres más fascinantes de Málaga... En este momento, el genio azul de Aladino empezaría a decir eso de  "¡Peligro!¡Peligro!", en su mejor imitación de un submarino americano... Pero aquí no hizo falta... Me gustaría decir que alcanzamos el "status quo"... pero no fue así... Me apetecía conocerla un poco mejor, fuera del Hotel, del trabajo, nos fuimos a cenar un par de veces a una pizzería que nos encantaba, incluso dimos un paseo por la noche, por el viejo espigón donde le hice la foto hace tantos años a Yolanda, con su cazadora vaquera... Me costaba encontrar las palabras en japonés, pero al final le pregunté si estaba prometida, me respondió que sí, y que eran felices... No hubo tiempo para más: murió mi padre, viaje relámpago a Madrid, volver con Yolanda: se limitó a abrazarme... y Luis, por uno de esos pequeños milagros cotidianos, se quedó muy quieto, observándonos...

El cuatro de diciembre, lunes por no variar, "Hatori Hanzo" me anunció por videoconferencia que a partir de enero, tendría un nuevo profesor de japonés, Kenji Watanabe, y que hasta aquél momento nos dedicásemos a repasar lo aprendido... Yo miré a Ayako Wada, sentada junto a mí, esperando que respondiera algo, pero solo dijo "Hai", y realizó una reverencia... y salió de la sala juraría que llorando...

Dos días después, encontré sobre mi mesa una pulcra invitación para participar en la ceremonia del té, aquella misma tarde, a las seis y media, en su despacho. Con la misma cortesía, pero con caracteres algo más titubeantes, le confirmé mi asistencia, dejando una tarjeta similar sobre la mesa de su despacho, que estaba frente al mío...

A la hora acordada, llamé a la puerta, y curiosamente, me respondió en español, lo que sin duda alguna implicaba una información importante... Estaba bellísima, con un kimono blanco, un lazo del mismo color en la cintura, y los calcetines blancos, también lucía el maquillaje tradicional... Me invitó a descalzarme antes de entrar... Había retirado todos sus diplomas, fotos y recuerdos de las paredes, sus libros estaban recogidos, y había dejado en dos cajas de menor tamaño aquellos datos o contactos que podía necesitar, además de una copia del manual de japonés que estábamos utilizando...

En una esquina de la habitación se encontraba una mesita

"Con esta ceremonia, me dijo, se pueden hacer muchas cosas, entre otras, despedirse de los amigos, o pedir perdón por un sentimiento o un acto... Yo quiero hacer las dos... Despedirme, porque siempre has sido un buen amigo, un buen maestro a veces, alguien que me ha ayudado a sentirme segura, en un mundo solo de hombres... Te habrás fijado que soy la única mujer en todo el equipo directivo del hotel, verdad? (Yo asentí con la cabeza) Sin embargo, también debo pedirte perdón, por un sentimiento extraño pero maravilloso: me he enamorado de ti, hace ya varios meses, al poco tiempo de empezar a trabajar juntos... Siempre me has tratado con cortesía, con educación, de igual a igual, y eso no es algo común en mi sociedad... Ha surgido el conflicto, conozco a Yolanda, hemos hablado un par de veces, la última de ellas ayer, cuando le dije que me marchaba... Me voy, Ismael... Lo hablé este domingo con el señor Hanzo, me aconsejó que volviera a casa, a Hiroshima, un par de meses, para actualizarme en nuestra central, y que luego hablaríamos... Será duro para mí, pero también será lo mejor para los dos..."

Yo no dije una palabra... Esto lo explicaba casi todo: algunos silencios, ciertas miradas cuando cenábamos juntos... Yo, que había amado y sido correspondido una sola ven en mi vida, por Yolanda, de repente, había provocado un sentimiento parecido en Ayako... Intentaba ganar un poco de tiempo, soplando levemente el té, mis rodillas me dolían por la postura... Ayako estaba empezando a llorar... Por eso, cuando me dijo "¿Me darías un beso, de despedida, Ismael-sama?", supe lo que tenía que hacer: acercarme a ella, y besar, lenta y suavemente, sus exquisitos labios... Ambos sabíamos que se trataba de un adiós... "Por favor, Ismael-sama, no te des la vuelta..."

Y eso es lo que hice: coger mis zapatos en el pasillo, y lentamente, cerrar la puerta detrás de mí... Mañana, lo sabía, su despacho estaría vacío; durante varias jornadas, tendríamos que ocuparnos los demás directores de sus funciones, hasta que la central mandase alguien para ocupar su sitio. El jueves siete de diciembre, estaban pintando el despacho de azul corporativo.

Y el día ocho de diciembre, encontré la carta de mi padre...


58. POMPA Y CIRCUNSTANCIA

Poco después de las siete de la madrugada llegó mi madre, vestida de negro (por desgracia, no nos faltaba ropa de aquél color desde la muerte de mi abuelo), acompañada por mi hermana... Creo que ninguna de las dos contaba mucho con verme, enfundado en mi mono de cuerpo, y todavía rodilla en tierra, llorando... lo que no impidió que ambas se abalanzaran sobre mí, tal vez buscando mi consuelo o mi amparo... No sé si estuve a la altura de las circunstancias o no, después de viajar tantas horas, sacando el máximo partido de la Harley en aquellos tramos donde no había radares, nada importaba demasiado... No me cambié de ropa, total, no deseaba quedarme más de lo necesario en el tanatorio, aunque había dejado un juego de ropa completo y efectos personales en las alforjas de la moto, que había metido en la habitación.... solo hasta que  se fuera la gente... A las nueve en punto llegó el capellán, ofreciéndonos de modo maquinal la confesión de los pecados, como si fuera un mercader ambulante, pero le ignoramos...

Y fue entonces cuando saqué el libro de la pequeña mochila: era un fragmento del "Libro de los Muertos", traducido al español, y comencé a leer, con aquella voz entonada que le gustaba tanto a Yolanda, los detalles sobre el juicio del alma... No era yo el más adecuado para juzgarle, sino mi madre... Serían las nueve y media de la mañana cuando terminé la lectura del fragmento, y escuché un sollozo desde la puerta... Era Ana María Sentí Mola, la mejor amiga de mi madre, y que nos quería a todos, con locura, pero que siempre había encontrado en mi padre a su alma gemela, su amigo, su mentor... También estaba a su lado su marido, Francisco Sanz Calvo, que no había entendido el significado de las palabras, pero que sabía cuál era su función: apoyar a su mujer, y a sus amigos... Fue un triste, tristísimo, abrazo de grupo...

Luego empezaron a llegar los demás: los antiguos compañeros de trabajo de mi madre, los investigadores del laboratorio, del hospital, amigos  de mi hermana, su novio... Casi me derrumbo cuando la veo entrar a ella, a Claudia, mi segundo amor... ¡Estaba embarazadísima, pero jamás la había visto tan hermosa!... Alguien la había llamado (luego me enteré de que había sido Yolanda, para que no estuviera tan solo...), y allí estaba ella, a mi lado, abrazándome, llorando entre mis brazos... Habíamos puesto un libro de firmas y un tarjetero junto a la vitrina, la música clásica seguía sonando, y el nivel de las conversaciones era el habitual...

A mediodía, nos informaron del inminente traslado al cementerio de La Almudena, donde tendría lugar la incineración... Pasé un momento al baño, me quité el mono y me lavé lo mejor que pude, antes de ponerme un vaquero negro y un jersey de cuello vuelto negro, y guardé el resto en las alforjas... Entré en el coche fúnebre con mi madre, mi hermana y su novio, cuyo nombre no logro recordar, el trayecto fue corto, igual que la homilía, que fue pronunciada sin interés por un sacerdote que ni siquiera conocía ni le importaba un bledo ni mi padre, ni mi familia, por lo que no pude evitar llamarle "¡Fariseo!" cuando nos daba el pésame en la puerta, y nos decía que la mañana siguiente nos entregarían las cenizas, para ser enterradas... Después de dejar en casa a la familia, volví al tanatorio con el coche de duelo, que de todas formas tenía otros clientes, y recogí la moto, para volver a casa de mi madre...


Es amargo volver a casa, cuando sientes que tu verdadero hogar se encuentra a casi seiscientos kilómetros de distancia (le había pedido a Yolanda y a su familia que no vinieran, pues tenía miedo de que surgieran problemas o reproches), y que ya nada te une a aquellas mujeres... Estaba agotado... Mi hermana me trajo un juego de toallas, y me di una larga y reparadora ducha, en el cuarto de baño azul, que siempre compartía con mi padre; luego, me cambié de muda, comimos un plato de pasta, y me fui a la cama... era el antiguo cuarto del abuelo, puesto que el viejo cuarto de mi hermana por fin lo había incorporado mi madre al comedor... pero todos sabemos que la muerte deja mucho espacio libre en una casa... Aunque ya había llamado a Yolanda varias veces (la primera de ellas, un mensaje cuando llegué al tanatorio), hablé con ella una vez más... Lo necesitaba, recordarla, escuchar su voz, porque era el único hilo de cordura que me unía al mundo real...

Tras dos horas de siesta, me lavé de nuevo la cara, y comenzamos a cribar la vida de mi padre... Empezamos por el dormitorio... La ropa, salvo algunas corbatas, la gabardina y dos cazadoras, fue toda para el Asilo de las Hermanitas de los Pobres... Aparecieron muchos paquetes de tabaco y mecheros;  yo me quedé con el "Dupont" de oro (que no funciona), otro reloj... No sé, no lo recuerdo: según mi madre iba dándome las cosas, yo las guardaba en una caja de zapatos, que no he vuelto a abrir... El despacho fue muy amargo: romper las fichas de todos los pacientes que atendía en casa, para no saturar el centro de investigación con seguimientos dos días  a la semana, y comenzar la criba de libros... Yo solo quería los catálogos de las exposiciones "Las Edades del Hombre", el resto de la colección de Tom Clancy (muchos de ellos los había comprado yo), y de otros autores parecidos, como Ken Follet, Robert Harris... y los fui metiendo en cajas. Una empresa de mensajería se ocuparía de llevarlos a Málaga... Los libros de medicina, en principio, se donarían más adelante a la Facultad, salvo los de Gregorio Marañón y de Sigmund Freud, que le apasionaban, y mi madre quería conservar... A la mañana siguiente, el lunes veintiséis después del entierro de la urna, tenía una cita con Almudena Suárez del Árbol, su ayudante y secretaria... Llamé a "Pizza Hut", pero creo que ninguno de los tres tenía mucha hambre...

A las nueve de la mañana, el coche de duelo nos recogió en la puerta, era Bautista, el mismo chófer la víspera... Estábamos solos,mi hermana, su novio, mi madre, Bautista y yo, además de los enterradores, que ya habían abierto la fosa... A mi padre no le pusimos bandera alguna, pero igual le habría gustado la de Asturias, porque él se definía siempre como "Asturiano, mal cristiano, loco y vano"... Se me hizo muy extraño tenerle entre mis manos... mi madre lloraba, mi hermana también... pero yo no podía, no era el momento ni el lugar... Lo depositaron en la fosa, de la que emanaba ese peculiar hedor a cosas muertas y tierra descompuesta que me hacía pensar en Stephen King... y nos fuimos, no sin antes darle una propina a los empleados, y otra a Bautista, cuando nos dejó en casa... Yo me cambié de ropa, cogí la moto, y me fui al Centro de Investigación Oncológica. Allí me esperaba Almudena Suàrez del Árbol, la ayudante de mi padre: una mujer atractiva, en la cincuentena, que olía a "Opium". Me llevó a su despacho, un lugar aséptico, de paredes blancas, en el que destacaban sus títulos y menciones honoríficas, que metimos en una caja, igual que el segundo tomo de "Harry Potter", y dos o tres fotos de la familia, incluyendo la que le mandé con Yolanda y Luis... También me dio un "pen drive", con diversos documentos que había sacado esta mañana del ordenador, y que por ser personales, serían destruidos... "Si le pide la contraseña para alguno de ellos, ya la sabe..."
"¿Ya la sé? No me parece muy factible...", le respondí, quizás un poco molesto...
"Él siempre ponía la misma, desde hace dos años... Ismaelyyolanda...", me respondió con un poco de tristeza...

Me despedí de ella con un firme apretón de manos y un beso en la mejilla, sujeté la caja con un par de pulpos a las alforjas, y volví a casa de mi madre, a la hora de comer, dejando la caja sobre la mesa del comedor, aunque por alguna razón me quedé con el "pen drive", que metí en uno de los bolsillos del mono de cuero... Bajamos los cuatro a un restaurante cercano, invité yo, luego subimos a casa, la típica conversación sobre "lo bueno que era el muerto...", me despedí de todos ellos, y emprendí el camino de vuelta a casa, con el rugido de mi moto, la fuerte vibración entre las piernas, y la sensación de libertad... Tardé algo más que a la ida, descansé para repostar un par de veces, y a las once de la noche ya estaba de vuelta en nuestra casa, viendo el futuro en los ojos de mi hijo... y el presente, en los de Yolanda...

sábado, 28 de mayo de 2011

57. LA MORT DE MON PÈRE...




Hasta que aquella misma mañana no consulté con Antonio de La Torre Mezquite, el Director del Hotel, que también era abogado y uno de mis mejores amigos, sobre la legalidad de los trámites realizados, no me quedé tranquilo... Me seguía pareciendo demasiado bueno para ser cierto, sobre todo, con edad más que suficiente para no creer ni en Papá Noel ni en los Reyes Magos... pero tal vez estas navidades deje algo de comida (heno, galletas, una botella de anís, pistachos...) junto a la chimenea, por si las moscas... Se trata de un documento completamente legal... Supongo de todas formas que es un proyecto antiguo, pues recuerdo que durante casi cinco años, aquella propiedad ha estado vallada... y creo que las obras empezaron poco después de irnos a vivir juntos... ¡Para que luego alguien se extrañe de que yo me lleve tan bien con mis suegros!


El mes de julio fue una locura, con toda la familia utilizando casi cualquier medio para localizar los muebles más importantes: comedor, dormitorio, despachos, cuarto de juegos, y el de Luis, que todavía dormía en nuestro dormitorio, pero que con un poco de suerte sería tan grande y fuerte como sus primos... quienes por su parte no tenían demasiado interés en mudarse de casa de sus padres como yo pensaba... El 28 de julio, invitamos a toda la familia, y algunos amigos y compañeros de trabajo de los dos, entre ellos Ayako Wada, a celebrar la inauguración de la casa, con una barbacoa... Los primeros amigos llegaron sobre las nueve y media de la noche, con más comida, helados, botellas de cerveza.... y los últimos se fueron sobre las tres de la madrugada... Fue una de aquellas noches que no se olvidan... Mi compañera Ayako llevaba uno de sus impecables trajes de pantalón y chaqueta, lo que no podía contrastar más con Agustina, y sin embargo, estaban bien juntas (creo que ella también conoce a "los niños perdidos", a quienes de vez en cuando llevo regalos espectrales)... Hacía calor, como es lógico por esas fechas, y terminamos todos en la piscina... Interesante comprobar de qué manera la gente se relaja cuando está a gusto... y yo empecé a fijarme en algunas miradas que me dirigía Ayako...


Por supuesto, esta era el tipo de fiesta a la que jamás acudiría mi familia... Menos mal que hace algún tiempo que el contacto con ellos se había reducido al mínimo imprescindible... El mayor problema era que chocábamos los dos... Mi padre, tan "racional" y tan "tradicional", cuyo lema parecía ser "piensa mal y acertarás", que se opuso a que yo me fuera a Málaga en un primer momento, y se sintió ofendido cuando abandoné el periodismo por mi trabajo en el Hotel Imperial... Le faltó tiempo para soltar uno de sus sermones sobre los "repugnantes especuladores inmobiliarios, que estafaban a todo el mundo, y cuya única voluntad era el lucro personal..." cuando jamás había visto la casa, ni en bruto, ni casi terminada... No me compliqué la existencia, aquella noche de agosto... y le colgué el teléfono, a sabiendas de que tardaría bastante tiempo en hablar de nuevo conmigo... Pero nunca supuse que sería tanto...


Mi relación con mi padre nunca ha sido demasiado buena, siempre estaba ocupado, bien con su equipo y colaboradores en el Centro de Investigación Oncológica, bien con reuniones por toda España, para aunar esfuerzos... Un par de veces, D. Manuel Barbacid vino a tomar café en casa, es una de las personas más empáticas e inteligentes que conozco... Su motivación no podía ser más personal: su madre murió de cáncer siendo él muy joven... En casa, cuando estaba trabajando en su despacho, analizando documentos en varios idiomas a la vez, no podíamos hacer un solo ruido, y muchas veces mi madre nos metía a todos en la cocina, donde siempre hacía mucho frío, y aquél era nuestro territorio de juego preferido, entre las piernas de mi madre, y las de mi abuelo...


Era un apasionado de la música clásica, una eminencia, que sin embargo prefería levantarse dos horas antes los domingos, y ahorrarse dinero en las entradas del Auditorio Nacional. y su Dios era D. Alfredo Kraus... y por èl sigo escuchando música clásica...

Por supuesto, no era un padre cariñoso, lo intentaba a menudo, a veces lo conseguía... pero también tenía esos prontos de furia casi homicida, que nos aterraban... Más de una vez mi madre nos mandó a la calle, con el abuelo, mientras ella le calmaba... y mirando al balcón del quinto piso, buscábamos el trapo rojo con la mirada, antes de volver a subir...


A los trece años, comenzaron los enfrentamientos directos, empecé a vestirme de heavy, de macarra sobre todo para que le diera vergüenza salir conmigo, y lo conseguí... Terminaron los conciertos, los cines, las comidas en los restaurantes, salvo algunas salidas culturales que me interesaban de verdad, o aquél verano en Cambados (La Toja)... Yo buscaba mi estilo, o mi falta de estilo si lo prefieres así, pero cumpliendo el principio básico: Siempre, antes lobo que cordero... Más o menos como sigo vistiendo ahora cuando no tengo que trabajar en el Hotel Imperial, con mi traje de chaqueta, corbata, zapatos...


Él odiaba las motos, y creo que solo por eso, me empeñé en sacarme también aquél carnet, quizás por eso empecé a ahorrar a finales de los ochenta... Dejamos de ir al cine toda la familia, menos mi hermana, que lo sacaba de paseo los domingos, yo prefería ir al cine con Claudia, o a pasear con mi amigo Antonio, o con mi tocayo, "Ismael el canario", que también era un apasionado del cine...


Desde que me vine a Málaga, creo que solo vi tres veces a mi padre: el día de nuestra boda, el del bautizo, y aquella semana que pasaron con nosotros en la casa de la playa, cuando se vino con un montón de libros, y se indignaba por tener que "fumar en la calle, como los pobres"... Muchas veces, Yolanda quería que hablase con él, que me acercase, porque se iba haciendo mayor...

Nunca tuve ocasión... de intentarlo…


El veinticinco de noviembre de 2000, sábado para más señas, una de sus ayudantes, mientras supervisaba los últimos experimentos de la jornada, se extrañó de escuchar a Pavarotti, "E lucevano le stelle", saliendo de su despacho... No era raro que se quedase hasta tarde, sobre todo porque seguía fumando a escondidas, lo que era un secreto a voces... Al abrir la puerta, se lo encuentra derrumbado sobre la mesa de trabajo... Pensó en avisar a la ambulancia, pero al tomarle el pulso, llamó directamente al equipo forense... Muerte natural, "ocasionada por un aneurisma cerebral, aunque en la lengua se aprecian los síntomas inequívocos de un cáncer de lengua de tipo III..."


Mi madre me llamó en mitad de la noche, llorando... "Papá ha muerto hace dos horas... Está en el Tanatorio de la M-30..." No me lo pensé dos veces, era mi padre y, a pesar de todo lo que había pasado entre nosotros, alguna parte, escondida, recóndita, de mí... le quería... Desperté a Yolanda (Luis ya estaba despierto por la llamda), le conté lo que había pasado, y me puse el mono integral de cuero, los auriculares con el teléfono incorporado, el GPS, me subí a la Harley, y comencé el viaje a las dos y cuarto de la madrugada. El MP4 desgranaba una extraña selección de canciones, estilos, aleatorio, pero que me ayudaba a no pensar... o a pensar...


No había amanecido por completo, en todo caso eran sobre las seis y media de la mañana, cuando aparqué en la puerta del tanatorio, en la zona reservada a los familiares. Es cierto, igual mi mono negro integral y mi casco polarizado, sin contar con las gruesas botas y los guantes, intimidaban un poco, pero conseguí que me dijeran dónde estaba mi padre: en la cabina número 3... Estaba solo, tras el cristal, su rostro era sereno, no recordaba que tuviese tantas arrugas... y como deferencia hacia su profesión, o sugerencia de mi hermana, llevaba puesta su bata de hospital, por encima de un elegante traje de chaqueta...


Siguiendo con el plan previsto, saqué de la pequeña mochila un segundo MP4, donde estaban algunas de aquellas arias y movimientos de música clásica que él tanto amaba, lo conecté a unos diminutos altavoces, y lo puse todo sobre la mesita, junto al cristal. Al menos, aquella madrugada no fue el silencio su compañero, sino "su música", que muchas veces quedaba ahogada por mis sollozos... Entraron un par de veces, supongo que personal de mantenimiento, o de atención al cliente, pero al verme, con una rodilla en tierra, mirándole fijamente, ansiando poder tocarle por última vez, yo, todo un hombretón con mi metro setenta y poco, pero que en aquél momento parecía más bien un caballero de negra armadura velando a un rey muerto... fuera quien fuera, ambas veces, volvió a salir...

"La mort de mon père"... La muerte de mi padre... Lo que yo estaba muy lejos de imaginar era que no había vivido, todavía, el momento más amargo...

viernes, 27 de mayo de 2011

56. ABRAZO FAMILIAR

Llevábamos casi un año viviendo en el piso de Benalmádena... lo que es lo mismo, la familia de Yolanda se estaba privando de uno de sus mayores placeres: vivir junto al mar, durante los tres meses de verano... Pero yo seguía buscando un nuevo alojamiento... y Julián, mi enigmático suegro, seguía insistiendo, "todo llega en esta vida para el que sabe esperar..." Pues bien, a finales de junio nos citó a los dos, bueno, los tres si contamos a David, para "dar un paseo por los alrededores..."

Y menudo paseo... Fue el sábado veintitrés de junio, lo recuerdo muy bien, porque ese fin de semana tenía previsto pasarlo con Yolanda y con Luis, ir a la compra, mil y una cosas necesarias... Pero al final, todos nuestros planes se quedaron relegados al limbo... Salimos de casa, metiendo el carrito en el ascensor de milagro, mi suegro y yo bajamos a pié. La mañana era bastante fresca, pero se agradecía, sobre todo porque dentro de un par de horas el único lugar donde se estaría bien sería en la piscina, o en la bañera, que en la playa no nos atrevíamos a dejar suelto a Luis, un espíritu libre... Nos paramos delante de una serie de chalés pareados de dos en dos, con su entrada de garaje independiente, con cerramientos de ladrillo y forja...

Julián aprovechó para enseñarnos unas llaves, y preguntarnos: "¿Queréis entrar?", algo a lo que accedimos encantados, pero también con mucha curiosidad. La parcela, entre la calle Contreras y la de Albatros, era grande, con un cierre perimetral que englobaba tres casas. La parcela de cada casa, incluyendo el jarín anterior y el posterior, alcanzaba los ochocientos metros. La vivienda estaba dividida en dos plantas, mas una buhardilla plenamente acondicionada, y un sótano que se dedicaba a garaje y trastero...

Cuando entramos, ni Yolanda ni yo podíamos creernos lo que estábamos viendo: espacios amplios en zonas comunes de la planta baja, pero también un despacho con su biblioteca, y otro quizás algo más pequeño, un gran comedor, una zona para ver la tele, incluso una chimenea de verdad, además de la cocina y dos cuartos de baño y dos habitaciones más pequeñas... En la planta alta, un dormitorio principal con baño y vestidor, otros tres dormitorios; y la buhardilla, diáfana, para juegos, visitas, y por supuesto, también con su baño... Era, sin duda alguna, la casa de nuestros sueños...

Al bajar las escaleras, rozando la barandilla de madera pulida para mantener el contacto con la realidad, nos miramos algo entristecidos... Luis había realizado toda la inspección en brazos de Yolanda, y ahora gateaba feliz por el suelo de la cocina... La casa era perfecta, en todos los aspectos, para nosotros... "¿Os ha gustado la casa? Lo digo porque si la queréis es toda vuestra..." Yo no podía articular palabra, Yolanda tampoco, y por suerte, los dos conocíamos que mi suegro era una persona muy seria... Solo pudimos asentir con la cabeza, y darle el auténtico y genuino abrazo de oso...
 "Bueno, bueno, chicos, no me espachurréis, que ayer Borja y David me trituraron las costillas ayer, cuando les entregué sus llaves... El lunes, Ismael, Yolanda, a las ocho y media de la mañana, nos vemos en el bufete de mi abogado, el señor Sarriá De La Marca, la dirección ya la conocéis.... Espero que paséis un buen fin de semana..."

Por fin comprendíamos las palabras de Julián... Pasamos el resto de la mañana explorando la casa, que aun sin amueblar era preciosa... y llamamos a Telepizza a la hora de comer... No tengo idea del número de armarios que había en la casa, los peldaños de la escalera principal eran muy bajos y cómodos, igual que la del sótano... Y una de las sorpresas fue ver que las dos tenían ya instalada una barrera anti-niños... Otra, que el cuarto de lavado y plancha del sótano tenía mucha luz natural... A su lado, el trastero, y un pequeño taller...

Quizás fuera una tontería, pero nos apetecía dormir en nuestra casa, por lo que instalamos en el dormitorio principal una cuna para Luis, y un colchón de matrimonio hinchable que usábamos antes para acampar, dos lamparitas de noche, las sábanas, almohadas y anti-mosquitos... Es cierto, nos faltaban todos los muebles, pero no teníamos problemas en irla montando poco a poco... que en nuestro viejo piso de la calle San Lorenzo teníamos mucho menos... Era una sensación extraña, pusimos el "ipod" con los pequeños altavoces, y los dos pensamos que era una lástima que ella estuviera con la regla... Y nos dormimos escuchando a Frank Sinatra...

Solo fue al despertar cuando nos dimos cuenta de la última sorpresa: una piscina, comunitaria, para los tres hermanos... El resto del domingo lo pasamos en casa, mirando catálogos de muebles por internet, sobre todo lo más urgente: el comedor, el salón, y nuestro dormitorio...  también estuvimos en la piscina del piso del Paseo del Cortijo, donde tanto tiempo habíamos vivido los tres juntos... y que fue el lugar donde nos conocimos... gracias a las malas artes de Esther... Y digo "malas artes", porque ella me lo dijo, años más tarde: "Elías, yo no era capaz de enamorarme de ti, lo intenté al principio... pero necesitaba algo más físico, menos emocional, y sobre todo, más cercano... Sin embargo, yo tenía muy claro que te enamorarías de Yolanda en cuanto la vieras, era la mujer de tus sueños, de tu vida... Aunque no te sería nada fácil conquistarla..."

El lunes por la mañana, nos apiñamos en el "Smart", y nos fuimos al bufete del abogado en la calle Salinas, pero lo dejamos aparcado en un parking cercano... Por fin se iba a aclarar el misterio de la casa deshabitada, porque todo el asunto me traía, literalmente, descompuesto... Menos mal que pude ir al baño nada más entrar... Allí estaban Borja y David, cada día más grandes e imponentes que nunca... Nos hicieron pasar al despacho del abogado, quien en pocas palabras, nos explicó lo que pasaba:

"Vamos a realizar un acto de donacíón de bienes inter-vivos, con carácter inmediato. La propiedad, ubicada en la calle de Albatros 30, 32 y 34, pertenecerá en cuanto se abone el precio estipulado, a los herederos de D. Julián y de Dª Catalina, quienes actúan de mutuo acuerdo. Las tres viviendas y zonas comunitarias pertenecerán a los herederos y, si estos lo disponen, a sus cónyuges, si bien se impone el régimen de gananciales. Le valor de las propiedades ha sido debidamente confirmado por un tasador independiente, pero el promotor ha optado por cedérselo en alquiler, por el precio de mil euros anuales, que serán abonados de manera obligatoria a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Cautivo. La propiedad no podrá venderse, ni permutarse sin autorización expresa de D. Julián, y previo pago de la mitad de su precio de mercado real. Las propiedades se entregan libres de cargas. Si están todos ustedes de acuerdo, podemos proceder a la firma, y al compromiso de pago de la primera anualidad..."

Yolanda, reaccionando antes que los demás, tomó a su padre de las manos, preguntándole: "Papá... ¿nos estás regalando las tres casas, para que sigamos juntos... y lo único que nos pides es que otorguemos a la Cofradía una donación que de todas formas íbamos a realizar?"

"Sí, mi vida... Otra cosa no podía hacer, para ayudaros más... Hay un par de mercados, funcionando, también un colegio cercano, y tampoco representará una gran modificación en vuestros hábitos... Y en verano, y los puentes, estaremos cerca, pero no revueltos..."

Creo que fui yo quien dijo las palabras mágicas... "¡Abrazo familiar!"... en el que esta vez estuvimos todos implicados, incluso el abogado y su pasante... y que terminó con una enorme carcajada...

jueves, 26 de mayo de 2011

55. SECRETOS Y MISTERIOS DE UN HOTEL.

El resto del año 2000 pasó como en un sueño, con algún que otro susto, como el descubrimiento de unas fosas comunes de la época en que el Palacio se convirtió en Hospital, con el trauma de la Guerra Civil, y la intervención de varios especialistas en la Memoria Histórica: los estudios permitieron demostrar que ninguno de los cadáveres presentaba impactos de bala, y muchos de ellos eran de madres fallecidas por una fiebre puerperal, y otro alto porcentaje, por complicaciones de la tisis... Todas las gestiones se llevaron a cabo con la mayor discreción, y se optó por trasladarlos al Cementerio San Gabriel, erigiendo un obelisco conmemorativo a los olvidados... Una delegación del Hotel Imperial se encargó de inaugurar el Monumento, acompañados por dos antiguos asilados.

Pero aquella no iba a ser la única sorpresa que nos llevásemos con las obras... Desde hace varios meses, se escuchaba, pero solamente de madrugada, el ruido de un piano, bastante desafinado, procedente en apariencia del actual Salón Principal de Conferencias (el Secundario y el Terciario se montaban en dos zonas del jardín, casi siempre para comidas)... El mayor problema era que el sonido provenía de un lugar muy concreto: la parte inferior de las gradas del antiguo salón de baile, que no se había tocado en 1985 ni con las otras reformas. Los arquitectos aconsejaron abrir el suelo, dañándolo lo menos posible, por lo que se efectuó el desmontaje pieza a pieza... Al segundo día de trabajo, fue necesario interrumpir los trabajos: de las sombras estaba surgiendo un piano de media cola "Blüthner" frabricado en Dresde en torno al 1900, que había sido sepultado allí con cierta cantidad de partituras... y el ruido lo provocaba una familia de ratones, que se habían establecido allí recientemente... El piano fue subido de nuevo a un rincón del escenario, restaurado primorosamente, afinado, y convertido convertido en otro más de los elementos curiosos del hotel... Existían mil teorías sobre los motivos para tal enterramiento, pero se especula que fuera de tipo sentimental, al morir una de las hermanas... pero no existen pruebas al respecto...

Lo que más inquietud generaba en el personal de cocina era la presencia de una monja, con su hábito blanco, que siempre anunciaba cuándo iba a producirse alguna desgracia relacionada con el agua o el aceite, apareciendo de repente, y diciendo "¡Huy, cuidado!" ... lo que a veces provocaba m´s miedo que el accidente que lograba, es cierto, prevenir... Al cabo de un tiempo, optaron por llamarla "Sor Cuidado" o "Sor Huy"... No molestaba, en verdad, para nada... pero se intentó tomar medidas en el asunto, pues los fantasmas asustan. Tras un par de meses, se comprobó que desaparecía siempre en el mismo lugar, en una parte de la vieja despensa de la cocina, bajo una losa especialmente grande... que sonaba a hueco... ¿Blanco y en botella? Pues eso, piña colada... Con mucho cuidado, pero sin la misma necesidad de preservar el suelo que en Salón, se retiró la losa, apareciendo debajo un oscuro y estrecho pasadizo que llevaba a una vieja cripta, construida con gruesos ladrillos de la zona, y en la que reposaban una veintena de hermanas... salvo una de ellas, quien había sido sacada de su nicho por una corriente de agua, que estrelló el ataúd contra el suelo... Las labores de conservación y estabilización se limitaron a catalogar y documentar los objetos encontrados, entre otros un viejo cartapacio con la historia de la Congregación, que fue cedido al Museo Diocesano de Arte Sacro de Málaga, así como otros documentos sobre los tiempos como hospital, y diversos crucifijos y adornos de distinto valor. También fue restaurado el ataúd original, y el Deán de la Catedral se encargó de bendecir de nuevo el lugar... Unos albañiles lo sellaron posteriormente a conciencia, garantizando el reposo de todas las hermanas... Aquella fue la última aparición de "Sor Huy" en la despensa y las cocinas...

Por supuesto, algunas de las historias más tristes de las que se vivieron en el Hotel, sucedieron en la guardería... y nadie se enteró de ellas... Salvo Agustina Golden García, y yo mismo... Desde aquella encuesta de satisfacción del cliente, en la que hablaban de "las almas en tránsito que necesitaban ayuda", había intentado enterarme de lo que sucedía, y sobre todo, de en qué parte del Hotel pasaba algo tan extraño... Hasta que una tarde el mes de septiembre, superada la Feria que aquél año se saldó con un auténtico éxito de público y un lleno absoluto para nosotros, me dejé caer por la guardería... Y allí estaba Agustina, con uno de sus amplísimos pantalones de peto manchados de pintura y una blusa roja, hablando con los niños... Salvo que estaba un solo niño, mi hijo, y ella hablaba como si hubiera más de uno...

"Julián (decía), deja en su lugar los globos, que ya lo tenemos todo recogido, para irnos a casa... María, no puedes jugar con la muñeca de trapo, ya la has tenido todo el día... Luis, sí, es tu papá el que está en la puerta... Si quieres pasar, Ismael, tienes que descalzarte..."

Y yo, por supuesto, le hice caso... Es más, en aquél momento, era demasiada mi curiosidad por ella, por una mujer que había contratado en Madrid, robándosela al Hospital Clínico, y que me había sido recomendada como "una de las mejores de España en su campo", sin querer o poder especificarme de qué campo se trataba...

"¿Te apetece un té bien caliente? Seguro que te vendrá bien, y así hablamos..." En una de las esquinas de la inmensa habitación reservada al juego, pero separada de la zona de sueños, tenía una vieja tetera inglesa, que no tardó nada en comenzar a silbar... Y así, mantuvimos una de las conversaciones a la vez más desoladoras pero más interesantes de toda mi vida...

"¿Has oído hablar de los pastores de  almas?", me preguntó... e interpretando mi silencio como una negativa, me preguntó:"¿Ves la serie "Entre Fantasmas?" A mí me daba un poco de vergüenza confesarle que lo hacía solamente porque la actriz que interpreta a Melinda Gordon me excita, pero al final, no tuve más remedio que reconocerlo...

"Bien, es un comienzo, porque antes de que salgas de de esta habitación, igual cambian varios de tus conceptos de la realidad... Lo más importante, quédate con estos conceptos: lo que cuentan en la serie está basado en hechos reales; realmente hay pastores de almas; y el fin de las almas es "pasar al otro lado", pero ese "otro lado" puede ser el cielo, el infierno o el purgatorio. Siempre que sucede un accidente donde muere mucha gente, como en Fukushima, acuden los pastores de almas, desde todo el mundo para ayudar... eso sin contar con toda la energía que se manda desde todo el mundo, a través de la oración...¿Me sigues hasta aquí?"

"Sí, eso creo...", le dije...

"Bien, estamos hablando de almas adultas, que son conscientes de las diferencias entre la vida y la muerte, del cambio de estado que han vivido, como poco, niños de once años... Ellos no tienen problemas en pasar, aunque tarden más o menos tiempo en asumirlo... Para los niños entre cero y tres años, no suele haber salvación: su energía se dispersa, igual que sus recuerdos, todo su ser, y su única posibilidad es volver a nacer, tras disgregarse por completo...¿Lo entiendes bien?"

"Entonces, si mi hijo muriese hoy, volvería a la fuente de toda vida, pero perdería sus recuerdos, sus aspiraciones, todo?¿Y, sin embargo, si tuviera entre tres y once, iría a otro lugar distinto?", le dije...

"En efecto... Las franjas de edad pueden diferir un poco, es el desarrollo del alma el que condiciona el presente de un niño fantasma, y a partir del momento en que adquiere conciencia de sí mismo como entidad espiritual, puede decidir si cruzar al otro lado, o no hacerlo... Hay un gran porcentaje que no son capaces de decidirse, que prefieren quedarse un tiempo en "lugares de luz" como éste, compartiendo experiencias y juegos con otros niños, aprendiendo, y disfrutando..."

"¿Me estás diciendo que ahora mismo estamos en un "lugar de luz", en un centro de aprendizaje de almas... y que juegan no solo con mi hijo, sino con todos los demás niños de la guardería?", le pregunté, un poco asustado por mi cordura, puesto que a pesar de todo, la creía...

"Sí... Al menos en una decena de todas las ciudades del mundo, existen estos "lugares de luz", casi siempre en hospitales, otras en guarderías... y otras, en sitios que son las dos cosas a la vez... Recuerda que este hotel ha sido durante muchos años un hospital... Y aquí tenemos muchos niños perdidos... ¿Quieres verlos?"

No sé por qué... pero asentí... Y allí estaban, unas pequeñas criaturas de luz, como los niños mortales, pero brillantes... Y reconocí a Julián, que jugaba con una visitón espectral del tren de madera... Y a Marisa y a Julia, saltando a la comba... también estaba allí Pedro, encestando en la canasta... Allí me quedé un rato, saboreando el té de Agustina, fijándome en la manera que tenía mi hijo de reaccionar a las caricias de Matilde, una niña mayor...

"Son más de las siete, deberías irte a casa, que yo me quedaré un rato más, trabajando", me dijo...

Me levanté, muy relajado, y al despedirme, con Luis en mis brazos, los vi a todos ellos, incluso a Agustina, diciéndome "Adiós"...


54. MI LUGAR EN EL MUNDO...

A quien me diga que la vida de los padres primerizos es una delicia... posiblemente le invitaré a quedarse una sola noche, una sola, con Luis, y con Yolanda... ¿Por San Snoopy bendito, acaso esta fierecilla no entiende que sin dormir, no soy capaz de trabajar en condiciones? A veces, me acuerdo del anuncio de "Níquel Nanas", ¿lo recordáis? En mi caso es ni que le des agua bendita (mi suegra, que se agarra a lo que puede), ni que le des un mordedor especial que puedas meter en la nevera, ni tampoco funcionan las pomaditas, ni los geles de albaricoque... y Yolanda no me dejó probar la famosa "Quina Santa Catalina", que tanto bien le hacía a nuestras abuelas ya nuestras madres...

Luis es un llorón profesional, y además, lo hace en modo politono, por lo que no hay manera humana de librarse de sus alaridos... Me pongo tapones especiales de natación, con lo incómodos que resultan fuera (y dentro) del agua, pero no hay manera, sigo escuchando la sirena de Luis... Pero lo más divertido es que Yolanda, que duerma "au naturel" (sin tapones), ni siquiera se entera de lo que está pasando hasta que le hago cosquillas en el hombro... No me importa hacer el turno de noche con Luis, ni mucho menos... pero todas las cuidadoras de fieras tienen derecho a unas horas de descanso a la semana, digo yo... Eso sí, a la próxima persona que me hable de las "inmejorables ocasiones que tienes de disfrutar de tu bebé cuando es pequeño", de lo "mucho que vas a añorar esos momentos tan especiales", del "olor maravilloso a bebé recién lavado"... me van a quedar muchas ganas de arrearle un buen soplamocos...

Los niños serían perfectos si te los entregan recién nacidos, y en dos meses alcanzan el desarrollo físico y mental de un niño de dos años... ¡Entonces serían maravillosos! Yolanda, como duerme bien, no tiene esos problemas... Además, se han invertido los vehículos: como tengo la guardería en el Hotel, soy yo quien se encarga de Luis... y Yolanda es la conductora de mi "Harley Davidson" de 1985... porque entra a trabajar un par de horas más tarde...

Con el nuevo proyecto en marcha,, es decir, con las modificaciones que el señor "Hatori Hanzo" ha realizado en el enfoque de la satisfacción del cliente en las instalaciones y en la nueva "Zona Zen" con jardín japonés incluído que estamos terminando en lo que era una de las praderas del viejo palacio, no nos falta trabajo, ni tampoco reuniones algo tardías con todo el equipo, y con los paisajistas y arquitectos que están involucrados, pues se trata de disponer un completo circuito de relax, pero al aire libre, y aislado de las inclemencias del tiempo mediante biombos de lino, cubiertas de plexiglas traslúcidas, y contratando los servicios, bajo pedido, de un equipo de masajistas profesionales, de ambos sexos, y altamente cualificados... la idea es sencilla: si el cliente, después de una ardua reunión de trabajo, quiere agasajar a sus socios con un rato de esparcimiento y relax de calidad, nuestro Hotel puede proporcionarlo, con un precio ajustado... Y si lo avisa con antelación, puede contratar un bono. Es cierto, nosotros no podemos tener un masajista siempre listo, pero puede desempeñar otra función como recepcionista del hotel, y el refuerzo se consigue mediante acuerdos comerciales...

Durante aquellas semanas, hasta que terminamos las excavaciones de una parte de la pradera, y  acondicionamos las nuevas instalaciones, pasé mucho tiempo fuera de casa... y muchas horas trabajando con Ayako Wada y Kenzo Ishihazi, un afamado paisajista japonés. Los preparativos no se interrumpieron ni siquiera por la noche, puesto que tampoco se generaba ninguna clase de ruido. El cerramiento de la "Zona Zen" tuvo lugar el martes doce de junio, la inauguración oficial estaba prevista para el viernes quince de junio, pero al atardecer del catorce de junio, nos reunimos los cinco directivos, para disfrutar de las instalaciones... Una vez más, comprobé que las distintas piscinas y jacuzzis estaban en perfectas condiciones, las mamparas de lino en las zonas de masajes proporcionaban la deseada intimidad, y el techo abatible y traslúcido era perfecto, junto con unos discretos anti-mosquitos, para conseguir la calma... que por ora parte tanto necesitaba... Creo que me relajé tanto en el jacuzzi calentito, que me quedé dormido... y fue la directora de marketing, Ayako Wada, quien se encargó de despertarme, con un par de caricias en la mejilla... Ella estaba frente a mí, más hermosa que nunca con su bikini negro (aquél era su color), duante unos segundos tuve ganas de besarla, pero me limité a devolverle la caricia en la mejilla, con el dorso de la mano. Aquella noche, todo parecía más sencillo, por eso, la mejor decisión que pudimos tomar fue salir del agua y caminar juntos hacia las zonas de masaje... Mi masajista era una mujer, atractiva, en la treintena, con experiencia en masaje deportivo (se empleó a fondo con mi contractura en las lumbares), y el de Ayako, según me comentó después, un "chico gay encantador, con manos de oro"...

Terminamos la noche en las duchas, nos vestimos y, con esa familiaridad que otorga el trabajo bien hecho, nos fuimos a cenar juntos, a una pequeña pizzería cerca de la catedral, y no se nos ocurrió nada más normal que cogernos de la mano... No hubo vino, ni siquiera el "Lambrusco" que me apasiona, pues era más de la una de la madrugada, cuando nos despedimos con dos besos en las mejillas y uno en los labios, al dejarla en el portal de su casa... "¿Y ese último beso?", le pregunté... "Por comportarte siempre como un amigo y un compañero..." Es cierto, me habría gustado que durase más aquél beso... pero en casa me esperaban Luis y Yolanda, y eso era lo más importante... Volví caminando al Hotel, recogí el coche, y regresé a mi casa, a mi lugar en el mundo... y conservaba en los labios el sabor del beso de Ayako, que se mezcló con el de Yolanda...

Por cierto, aquella noche dormí como un lirón...

miércoles, 25 de mayo de 2011

53. UNA VISITA ESPECIAL

A mediados de mayo, nos comunicaron que el principal accionista de la empresa, el señor Hatori Hanzo, estaba realizando una inspección por los hoteles de España (Madrid, Málaga, Marbella y Barcelona), para evaluar en nuestro caso si las estrategias que habíamos puesto en marcha hace casi seis meses estaban demostrando o o su efectividad. Incluso estando convencidos, por los datos y las cifras, de estar consiguiendo los objetivos, es decir, convertirnos en el hotel de referencia para todos aquellos acontecimientos importantes de tipo comercial o de negocios, como la "Feria del Automóvil", "Todo Boda 2000" o el "Congreso de nuevas tendencias en Medicina Deportiva y Dopaje"...

Pero de todas formas, la posibilidad de ver en persona a una persona capaz de crear un imperio económico desde la nada, con la ayuda de sus tres socios, y de mantener el control del mismo durante más de cuarenta años, a pesar de las Opas hostiles, no dejaba de ser un privilegio... Nuestra cita estaba fijada a las dos de la tarde, del jueves uno de junio de 2000. Dos limusinas Mercedes aparcaron en el acceso al Hotel, que habíamos mantenido despejado con unas vallas desde la una, y de ellas bajaron una decena de japoneses, todos ellos con el mismo traje de chaqueta, y una corbata que parecía exactamente igual... Se supone que uno de ellos era el señor Hanzo, y los demás, sus ayudantes, consejeros y, posiblemente, guardaespaldas.

Se produjo un momento de incómoda tensión, porque no existía mayor ofensa que no saludar a la persona adecuada... Todos ellos eran muy parecidos, al menos, para los ojos de un occidental, igual que nosotros les parecemos iguales, pero entonces recordé uno de los últimos detalles de Ayako Wada, nuestra directora de Marketing y principal asesora en la visita, me hizo memorizar la noche anterior: que el señor Hanzo llevaba siempre una flor de lis de oro en alguna parte de su indumentaria... No podía quedarme más tiempo parado, el director del Hotel me había convertido en el responsable de la reunión... Caminé los cuatro pasos más largos de toda mi vida, convencido de equivocarme, puesto que el señor mayor ligeramente calvo no parecía el dueño de un imperio... Y de repente, observé el brillo del oro en la montura de la gafa del segundo hombre a su izquierda: una diminuta flor de lis...

Rectifiqué pues mi rumbo, y le saludé con una reverencia llena de respeto, que Ayako me había obligado a repetir tantas veces los días anteriores, hasta generar un tremendo dolor en las lumbares, a una caballero de no más de cuarenta años, con el físico de un deportista consumado, y un corte de pelo casi al cero. Me enderecé, y le saludé, en español, pero con Ayako a mi izquierda, por si era necesario traducir la respuesta: "Señor Hanzo, es para mí un placer recibirle en el Hotel Imperial, en nombre de todo el equipo y de toda la dirección. Mi compañera, la señorita Ayako Wada, también estará a su disposición..."

Sin embargo, me respondió, en perfecto castellano: "Señor Ismael Rodríguez, no se preocupe, hablo con fluidez su idioma desde hace muchos años... De todas formas, es con ustedes dos con quienes deseo hablar a continuación, pues tengo entendido que son los mayores responsables de los cambios en el Hotel... Como sé que de momento no disponen de un "spa" para los clientes vip en el hotel, me he permitido reservar para nosotros el "Monte Olimpo". Pasaré a buscarles a los dos dentro de una hora y media, no olviden el bañador... pues tenemos muchas cosas de las que hablar..."

Y una vez dicho esto, nos saludó cordialmente, y se encaminó a su habitación, dejándonos a todos con la boca abierta, entre muchas reverencias, eso sí, y cordialidades varias... Lo que en el fondo importaba era que Ayako y yo disponíamos de una hora y media para la "Operación Olimpo"... es decir, para acercarnos al centro de belleza, y gestionar de inmediato un servicio de depilación lo más integral posible para mí.... y un repaso donde fuera necesario para ella... Porque recordé a tiempo que el señor Hanzo odiaba el vello corporal... Y allí nos metieron, en dos cabinas gemelas... Cuando empezaron con mis piernas, pedí algo para morder, y me dieron un par de rulos de goma espuma... Lloré como un niño, grité un poco... y comprendí a Yolanda cuando se quejaba de lo que dolía la cera caliente... Quedé "todo igual de liso que el culito de un bebé, mi arma", que dijo la sociópata torturadora... Pero no lo repito... al menos, estando consciente... Luego, nos fuimos de compras: un bañador elegante para mí, y un bikini negro para Ayako, a cargo del hotel...

Yo conocía el interés que los japoneses tenían por la limpieza, por tener el cuerpo en buena forma, y algunos conceptos del shintoísmo, pero tras aquella tarde en el salón de masajes y "spa", comprendí mejor su interés: un ambiente cómodo y relajado favorece las negociaciones... Entre los tres fuimos revisando la estrategia para el Hotel Imperial, y para el nuevo centro de Marbella, donde directamente instalaríamos nuestro propio "spa", al mismo tiempo que se valoraría la posibilidad de instalar una piscina cubierta con cristales correderos en una parte del jardín, aunque para ello fuera necesario renovar parte de las instalaciones de agua... También se decidió potenciar las relaciones con diversas instituciones mercantiles y económicas... aunque lo más importante fue sentirme apoyado por el grupo, que estuvieran satisfechos con la labor del equipo...

Después de las distintas piscinas y chorros de agua, nos dieron un excelente masaje relajante... y me sorprendí pensando en lo hermosa que era Ayako Wada, una hermosísima mujer, además de muy inteligente... pero que se encargaba de esconder su belleza con algunos trajes de chaqueta que no le sentaban demasiado bien... aunque supuse que se trataría de algo cultural... Otra cosa importante fue resolver el nombre del señor Hahori Hanzo: desde finales del siglo XIX había sido un título honorífico que se otorgaba a todos los "tai-pan" de la corporación... Aquella noche, cené con el señor Hanzo y algunos miembros de su equipo y del mío, en un restaurante típico malagueño, aunque nos retiramos pronto, puesto que a la mañana siguiente emprendería el viaje pronto, rumbo a Marbella... lo que no impidió que yo me despertara aún más pronto que él, para coger la moto y despedirnos adecuadamente...

Por cierto, Yolanda se pasó dos semanas enteras riéndose de mis quejas hasta que me crecieron de nuevo los pelos de las piernas... Pero no dejaba de tener su morbo el no saber qué pierna estabas tocando.